viernes, 13 de diciembre de 2024

Los 10 años locos

Sáenz Peña, Sábado 30 de Noviembre de 2024


Estamos acá reunidos porque Los 7 Locos cumplimos 10 años de existencia.

En julio de 2014 -pleno invierno porteño- arrancamos con la muy modesta y simple idea de leer y discutir sobre literatura, siendo nuestra única condición que los autores a tratar hubieran nacido por estas latitudes, las del Sur. Para agregar un condimento diferente, pensamos en reunirnos en lugares que se relacionaran tanto con la obra como con el autor elegido. 

A partir de esa iniciativa, hemos tenido ya 84 encuentros, leímos 76 libros -uno por mes-, de 60 escritores diferentes.

El grupete está formado por gente común pero apasionada. ¡Quedan todos invitados a formar parte! No es sombrío y gris como Los 7 locos del Astrólogo y Erdosain. Es alegre y combativo. 

Una de sus principales características es su heterogeneidad: hay jóvenes de setenta y pico, madres de niños y de gatos, abuelas modernas, fanáticos de Freud y Lacan, escritores, licenciados recibidos en la academia y otros en la calle, médicos, brasileros cariocas, monógamos, poliamorosos, bailarines de tango, etc.

Somos heterogéneos, diversos, pero tenemos 3 puntos en común:  soñamos con que otro mundo es posible, más equitativo y con oportunidades para todes; defendemos la educación y salud pública de calidad y también los espacios públicos y populares como esta biblioteca -muchas gracias Daniel por recibirnos- y creemos fervientemente en lo colectivo como salida.

Empezamos siendo 3 y ahora somos alrededor de 15. Este grupo se fue constituyendo por oleadas. Fue muy importante la del 2016 con la incorporación de Pepa, Ana María, Guille, Alicia y Tati. Después vino la del 2022 en la que se sumaron la pícara Raquel, el Cristian de San Martín y la blonda Sil, y actualmente estamos viviendo la tercera oleada, que es local, de Sáenz Peña y nos trajo a Vir, Cami, y Andre, pero también a Lucas, Luis y Euge de otras regiones.

Recorrimos con el grupo 23 de los 48 barrios porteños: estuvimos en Agronomía, donde vivió Cortázar antes de radicarse en París; nos juntamos en Palermo donde Borges tenía su biblioteca y charlamos acerca de los Lemmings de Fabián Casas en su Boedo natal.

En provincia de Buenos Aires arribamos a Temperley, donde el Astrólogo de “Los 7 locos” tenía su quinta; nos congregamos en Munro, en la Casa de la Memoria y Resistencia Jorge “Nono” Lizaso, que en los años 70 funcionó como una unidad básica de la Juventud Peronista, para compartir “Operación Masacre” de Rodolfo Walsh y navegamos por el Paraná en el Tigre de Haroldo Conti.

Calculando las distancias   -como viajeros que somos- éstas representan 675 kilómetros de camino en estos 10 años, lo que equivale a viajar de Capital Federal a Córdoba capital. 

Durante el impasse pandémico compartimos 12 encuentros virtuales, y la pelota no se manchó: en esa época transitamos la poesía de Alfonsina Storni, la trans literatura fantástica de Camila Sosa Villada y nos pusimos en contacto por primera vez con Ricardo Piglia y su novela epistolar “Respiración artificial”.

En el 2022, devenimos vacunados, y volvimos a abrazar el placer incomparable de la presencialidad. Ese primer encuentro post pandemia fue en el Jardín Botánico con el libro “Pulpo” de la escritora y miembro del grupo Raquel Poblet -que dicho sea de paso hoy se rifa-. Porque este grupo también tiene eso, compartimos lo que nosotros mismos escribimos.

Como ejemplo podemos nombrar también el libro de poemas “A barlovento”, de nuestra compañera Guillermina Nicolini, que “por esas cosas de la vida” hoy no puede estar acá con nosotros en presencia, pero sí en espíritu.

De los 60 escritores leídos, 22 son mujeres, es decir el 37%, este porcentaje debería ir en aumento. La primera escritora mujer que elegimos fue Samanta Schweblin y su libro de cuentos “Pájaros en la boca”, en septiembre de 2016, ya llevábamos 2 años de historia con el grupo. Tardamos un poco en empezar a leer mujeres. Después vinieron muchísimas más: Aurora Venturini, Selva Almada, Gabriela Cabezón Cámara, Hebe Uhart, Silvina Ocampo, Camila Sosa Villada y Dolores Reyes, entre otras.

Es más, Dolores Reyes participó en el encuentro que hicimos cuando compartimos “Cometierra” en septiembre de 2019. Porque ese fue también un plus de este grupete de lectura que hoy cumple 10 años, convocar a los autores. Y algunos se coparon: Juan Diego Incardona cuando leímos “El Campito” y Haidu Kowski cuando compartimos “Instrucciones para robar supermercados”, son dos ejemplos de ello.

Además de los encuentros de lectura, tuvimos 4 tertulias memorables: la primera fue la Tertulia Los Siete Locos en el Centro Cultural El Colectivo de Villa Urquiza en Diciembre de 2016; luego la Tertulia Latinoamericana para agasajar a nuestro compañero Wagner brasilero que estaba de visita, en lo de Pepa en diciembre de 2019; la tercera fue 3 años después, la Tertulia pospandémica en diciembre de 2022 en mi terraza y la última la Tertulia Iniciática para dar comienzo al año del Conejo en febrero de 2023. Ésta la de “Los 10 años de Los Siete Locos” sería la quinta.

Por último, no quiero dejar de nombrar nuestro blog: literaturamaga@blogspot.com, el nombre en honor a la Maga de Rayuela, de la que todos nos enamoramos, no sólo Horacio Oliveira. En él se deja testimonio a través de crónicas cortas y algunas fotos, de todo lo que vamos sintiendo y pensando en los sucesivos encuentros. Ya tenemos 46 escritos, algunos de ellos memorables, los otros indispensables…

 En este 2024, año del dragón y de un gobierno que admira millonarios y busca congraciarse con el FMI, Trump y Elon Musk, hambreando y reprimiendo al pueblo, nosotros volvimos a apelar a los libros, al encuentro, el compañerismo, el afecto, y el sentido del humor; a la lectura que conmueve y a la poesía como refugio. Es nuestra pequeña revolución y seguiremos batallando de esta forma por 10 años más.    

¡Bienvenidos a la fiesta de Los Siete Locos!









Quelonius Monk

martes, 19 de noviembre de 2024

El tormento más puro

 

  En la crónica pasada hablé de “día histórico” para Los siete locos. Los días históricos suelen ser hitos en la historia o en la vida de uno; “hito” significa fuera de lo cotidiano o repetible; bueno, significa eso y mucho más. Quiero decir que voy a contradecir estos intentos de definir tal palabra, puesto que otra vez; es decir, a la vez siguiente, Los siete locos hemos vivido otro día histórico. Sí, hicimos nuestra reunión mensual en la biblioteca Mariano Moreno de Sáenz  Peña por primera vez. Y hay otro detalle. Diez años cumple este grupo y bien festejado será dentro de unas semanas.

  Nos reunimos adentro de paredes llenas de libros. A une se le iba la vista leyendo los lomos o, simplemente, viendo los colores y recordando cosas leídas o por leer. La buena biblioteca vence al tiempo, se pueden encontrar todos los siglos en los anaqueles.

  Acomodamos unas mesas, distribuimos los manjares y las bebidas,- era la hora de almuerzo,- sacamos un poco las miradas de los estantes y nos concentramos en nuestras caras dispuestas en círculo. Estaban Virginia, yo, Camila, Andrea, Nacho, Anita, Pepa y Dani. Estaba también la pareja de Camila que se fue antes, qué lástima. Y faltaban Rosi, Cristian, Silvana, qué lástima.


   El libro que nos convocó esta vez, este 10 de noviembre de 2024, fue nada menos que “El tormento más puro” de Fernanda García Lao.

  Sí, nos concentramos en nuestras caras. Todos estábamos con los ojos abiertos… ¡Qué buenos cuentos! “¡Qué ocurrencias”,- dijo algune de nosotres. Caras de extrañeza en la ronda. Es que estos cuentos son extraños. Extraños porque son realistas, no son fantásticos. Bien realistas son. Todo lo que ocurre aquí puede pasar. Todo lo que ocurre en estos cuentos es posible. Lo que hace Margarita, la virgen añosa, con su cuerpo en el cuento “Tan de cerca”, puede pasar. De hecho pasó. Nuestra autora lo cuenta en una entrevista refiriéndose a una actriz norteamericana. Recuerdo muy bien el hecho y comparto el espanto. Y todos hemos conocido o visto por tele monstruitos así… Perdón, no quiero espoilear.

 

  En Dos veces Gregorio, la hermana de la narradora quiere encontrarse con su marido, aunque con un detalle afectivo especial.

  O la protagonista de El día que murió papá que tiene que hacer varias tareas con un problema líquido.

 

  En Alfonso y su corcel todo es extraño, pero todo es posible, como fue posible que fuera el futuro mismo el que conspirara contra la monarquía gracias al advenimiento de la mecánica. Máquinas y obreros, decadencia de los reyes.

  El plagio del padre en el cuento que da nombre al volumen, asombra, pero es posible.

“La humanidad de un lado, las bestias de otro.” El cuento: Jardín desnudo” nos habla de civilización y barbarie. El protagonista no ve en la naturaleza a un bello paraíso. No. Siente la obligación de poner orden: “La naturaleza es un escándalo. Y yo intento sostener mi rol de hombre educado. Lanzo una amonestación general para censurar la barbarie, pero el jardín no me pierde de vista.” Asevera cerca del final del relato. Yo, por capricho, siento la obligación de contestarle a este protagonista citando los versos finales del largo poema inédito del Marqués de Sade intitulado “La verdad/ La vérité”. Es un poema que se dedica a insultar al dios católico y a las leyes de los hombres, y, cuando habla de “ella” se refiere a la naturaleza. Acá van los versos:

  “Después de los mejores años, si su voz nos llama,

    Regresemos junto a ella burlándonos de los dioses;

    Su crisol nos aguarda para recompensarnos;

    Lo que adquiere su poder, nos lo devuelve su necesidad.

   Allá todo se reproduce, todo se regenera;

   La puta es la madre de los grandes y de los pequeños,

   Y todos nosotros siempre somos muy queridos para ella,

   Monstruos y malvados como buenos y virtuosos”

 

  No es que yo esté muy de acuerdo con el Marqués, pero recomiendo leerlo. Fue un escritor genial.

 

   Y ahora, déjenme dedicarle unas palabras a Hortensio, el protagonista del cuento “Prohibido entender este momento

  Hortensio es hijo de una madre soltera que queda segregado del grupo familiar. Es un bastardo que tiene razón. Quiero decir que el narrador y los lectores estamos a favor de él. Heredó una biblioteca. Las bibliotecas heredadas siempre tienen sorpresas, quiero decir que en ellas podemos encontrar libros que uno no sabía que existían y que aparecen de golpe. No son las bibliotecas sin secretos que uno va acopiando a lo largo de los años. No. Las bibliotecas heredadas son aquellas de las que desconocemos el origen y cuyos libros se van mezclando con los que nosotros vamos comprando. Son esas bibliotecas desorganizadas las que vencen al tiempo. Ese era el hogar de Hortensio. Él era un lector y su experiencia de vida estaba en la lectura misma. Y se consideraba así mismo un lector verdadero, genuino. “He anestesiado mi vida para estirar el tiempo”, le dice al juez. Y luego califica a cada uno de los miembros de su familia, la legítima, la que no es bastarda y que quiere despojarlo de sus entrañas, su tradición y su hogar:

-        “Señor juez, soy un lector irremediable, He anestesiado mi vida para estirar el tiempo. Los muertos me escriben. Conozco mejor sus cabezas que las de nadie, incluida la mía. Para el resto, la biblioteca es un modo de llenar espacios de vida ociosa. Elena maneja el esnobismo como método de sublimación estética mientras vende ibuprofenos. La abuela Nuria utiliza el siglo XIX como sedante. Y el tío Uriel es un cobarde, emplea la literatura para evadir apuros genitales y seducir jovencitas en el corralón de materiales. Encontré más de quince bombachas en el departamento…”

 

  Hortensio lee todo el tiempo y lo reprenden por eso. Lee un cuento de Silvina Ocampo, “El vestido verde aceituna”, que recomiendo y que está en el volumen Viaje olvidado de la misma autora.

Lee La Eneida. ¿Alguna identificación con Eneas?

  Lee a Marosa Di Giorgio, y, si me permiten, transcribiré un pequeño poema en prosa del libro Clavel y tenebrario de ella. Lo cito por capricho y porque quiero congraciarme con Hortensio:

   “En las noches de enero, las diablas daban a luz cerca y allá lejos, bajo sus negras melenas, sus largas pestañas.

  Los diablos, apenas nacidos, empezaban a hacer cosas atroces, malignidades, corrían por todo el campo, iban hasta la casa, pasaban el dormitorio, la cocina, volvían, de nuevo, volando hacia las diablas, que contemplaban con ojos impasibles, los juegos y los nacimientos.”

 

   En los poemas de Marosa hay muchas hortensias, además.

 

    Hortensio se enamora de una mujer, Felisa y dice de ella: “esa mujer era un texto”. Y es esa mujer, una persona que no lee y que le dice. “Yo soy humana y no leo.”. Ella le devela el enigma del cuerpo de su madre muerta y él tiene su gran experiencia erótica. La tiene con esa mujer que era un texto. Y al final… Hortensio era un ave fénix.

 

  Hay frases magistrales en todos y en cada uno de los cuentos. (“magistrales”, ¿será ese el adjetivo que debo usar?) Digo, frases como la que habla de la ceguera de la madre de Claudina “Las dioptrías de ella se hicieron pantano”; o “misas, casamiento o cualquier otro trastorno del pensamiento”

 

   Recomiendo a todos y  cada uno de los cuentos de este volumen. Siempre hay otros autores detrás del autor que estamos leyendo. Yo oigo la voz de Silvina Ocampo, claro, la de Felisberto Hernández, la de Horacio Quiroga,-la misma autora lo señala en una entrevista; oigo la voz de Leopoldo Lugones en “Las fuerzas extrañas”, que si bien es un  fantástico, tiene la extraña oscuridad de los cuentos de nuestra autora. Pero repito, en “El tormento más puro” todo es real extraño. Porque es extremado. Porque, como dice la autora “en estos cuentos lo cotidiano ya está roto”.

  Yo digo, y repito, perdón, digo otra vez, que es extraño porque es posible, porque lo que estas ficciones narran son hechos extrañísimos que tienen posibilidad en nuestro mundo real. Están al límite de lo que creemos real y esto nos lleva a la pregunta: ¿Cuál es el límite de lo real? ¿Dónde empieza lo irreal? ¿Dónde se quiebra el código de posibilidad?

  Ahora, en la actualidad, muchos nos hacemos esa pregunta. Digo en la actualidad en la que estamos viviendo, no en la que viven Estelita, Hortensio, Margarita y los otros personajes. Ahora, en la Argentina, ¿No estaremos viviendo una realidad al borde de lo horrendo fantástico? No, desgraciadamente, el esperpento dominante es bien real.

  Pero, mejor, no asociemos esta realidad chabacana que hoy nos toca con la literatura de la autora que hoy nos convoca, que es buena y vale la pena.

  Termino esta crónica con un poema de Juan Rodolfo Wilcock, poeta argentino, que se fue a vivir a Italia, amigo de Bioy, de Silvina y del grupo Sur. Quizá, el soneto que pongo ahora fuera  lo que estuviera leyendo Hortensio en el velatorio de su madre.

  Bueno, va soneto neorromántico de Wilcock:

 

   Los destinos

 

Nuestra vida está llena de otras vidas,

como esas piedras junto al mar, cubiertas

de formas que vivieron y están muertas,

en un resto de nácar convertidas;

 

las algas usurparon sus medidas,

su color un disfraz, y en las desiertas

ondas se mueven para siempre inciertas

de su roca natal y confundidas.

 

Cómo serán la desnudez primera,

los ojos que tuvimos en la infancia;

nuestra forma en el cielo cómo era

 

predestinada a esta terrena estancia,

no lo sabremos. Y otro es quien se presta

al labio nuestro, y quien por fin contesta.

 

                                       J.R. Wilcock

 

Adiós a todos. Nos vemos en la fiesta de los diez años.



 

Raquel Poblet.

 

domingo, 27 de octubre de 2024

El Eternauta II: la transformación de Juan

    Día histórico para los siete locos, que, sí, ahora somos muchos más que siete. Además de Virgi y Papá Luis, se nos incorporaron Camila, Andrea y Lucas.

   Y digo “día histórico” porque también, al igual que en el encuentro pasado, estrenamos casa nueva en el barrio de Sáenz Peña, la casa de Virgi, amplia, cálida ¡Y con piano!

   Adaptamos los muebles, hicimos una gran ronda con sillones y sillas. No faltó lugar para nadie. La mesa en el medio, pletórica de manjares.

   El eternauta II. La cara de Juan Salvo en la tapa nos anuncia más violencia, menos piedad. El héroe se volvió despiadado y brutal como los enemigos a los que tiene que enfrentar.

   Nuestro héroe está cada vez más cerca de ese monstruo inefable e indescriptible que es el poder. ¿Cómo es el poderoso? ¿Qué cara tiene? ¿Cómo es el que mueve los hilos? ¿Quién es? ¿Quién coordina a los gurbos, a los hombre robot, a los manos, a los zarpos? Ya conocemos la jerarquía de estos esbirros, pero, ¿quién es el que está arriba de los manos? ¿Por qué se llaman los “ellos”? Palabra ésta que nos remite a Freud, recordemos: “superyó, yo, ello”. Los ellos no tienen nombre, es como si no tuvieran denominación. Papá Luis y Rosi señalaron la no casual coincidencia de este “nombre” (para mí es un no-nombre o desnombre), con el inconsciente reprimido. 

   Hablamos mucho del cambio de Juan Salvo. Rosi dijo que se fue deshumanizando. Pepi señaló que él ya era un hombre que no se permitía dudar. Virginia hizo una alusión a la historia bíblica de la Señora de Lot. Es verdad, Juan Salvo no puede mirar para atrás. Juan ya no es el padre de familia que quiere volver. Ya no estamos en el tiempo en el que el motor de la acción era volver al chalet a estar con sus penélopes, Elena y Martita, a recuperar su dulce vida. Juan ya no es un señor feliz y estable en la bella casa de Vicente López. Ahora es un guerrero y el enemigo es más importante que su dulce vida. Ahora el héroe va hacia adelante a conquistar el enigma. El enigma es un vacío de lenguaje. En el enigma no hay relato. Es lo que no se conoce. El poder es un enigma. Es lo que mueve la acción en una historia. Juan va hacia ese enigma. Va hacia ese enemigo del que apenas conocemos algunas señales, pero no su forma. El enigma lo hace avanzar y la acción también. En esta segunda parte llega a atrapar a un ello y lo elimina con una crueldad que no demostró en el eternauta I. Ese asesinato se desarrolla en tres cuadritos sin palabras, hasta que al final se oye al narrador decir: “Tiembla el torso del Eternauta, hasta que por fin…” Sin dudas ni vacilaciones, sólo con un temblor del torso, ahoga, estruja, retuerce y lo dice. “Confirmado, no era un mano, era un ello”. Pero es tan inasible este enemigo, que, a pesar de la crueldad y la fuerza, no se sabe si lo mató del todo o si el ello se escabulló. Era “un ello…uno de los nunca vistos señores de los manos, uno de los directores….”

   No podemos ver al poder real, pero Juan sigue adelante hasta descifrar ese enigma y poder eliminarlo.  Y es capaz de arriesgar y perder a sus seres más queridos en el promontorio con tal de derrotar a ese enemigo poderoso genocida e inenarrable.

   Juan ya no es Juan. Es el Eternauta. Ya no está con un grupo de amigos con quienes compartir el rol de héroe. Es un guerrero solo que va solo con su saber. Saber que, por circunstancias ajenas a él, no puede compartir. Los nuevos amigos no cuentan con el saber de él. Ni con la experiencia de él. Un saber de guerrero militar del que él mismo se sorprende cuando comprueba que hasta sabe fabricar armas.  

   Es muy hermoso ese pasaje en la novela (esta es en una novela gráfica, sí) en el que se ponen a trabajar con los humanos de las cuevas. Es un momento de comunidad y trabajo. Hay  otros momentos así de amor y convivencia, lo que nos dice que la paz es posible.

   Enfrentar, ser capaces de toparse con el enigma, con  lo que no tiene relato.

   El Eternauta se rehúsa a entregar  a los quinientos hombres al enemigo. Como Teseo, decide enfrentar a eso que se desconoce y que oprime nuestras vidas. No entregar a los quinientos hombres. Cualquier similitud con el mito de Creta, el rey Minos y el minotauro, no es pura casualidad. Cualquier similitud con la realidad política de países empobrecidos pagando deudas infinitas a vampiros financieros, tampoco es casual.  La circunstancia de ricos endeudando a los pobres se repite desde la antigüedad, por eso las similitudes con la ficción no son casuales.

   Si bien Juan ya no está con los amigos de antaño, si bien está avanzando con su nuevo saber de sobreviviente, un saber que lo aísla de sus nuevos amigos, tiene ahora un nuevo acompañante que es el mismo guionista. Sí, es el mismo Oesterheld actuando en el espacio de la ficción. Un Oesterheld dibujado con la cara más “adocenada”, como dice Solano López en el gran documental de Juan Sasturain. Dice también que “es un hombre maduro, un poco pacato”. Este nuevo acompañante tiene las cualidades inversas a las de Juan, aunque se comporta heroicamente varias veces. No tiene la agilidad física que ha adquirido Juan en su transformación, pero es ayudado por jóvenes, los jóvenes de las cuevas. Hermosos todos, valientes, que conocen  las causas y se hacen cargo de la lucha. El pueblo de las cuevas es el momento y el lugar del afecto, es el punto amoroso de la historia; quiero decir, el pueblo de las cuevas es el único lugar en el que se sale del desierto hostil en el que se desarrolla la acción. Son humanos, son sobrevivientes, son amigos. Y son bellos. Son combatientes contra ese poder que los esquilma.  Pagaban un tributo en pescado a un efemeí (FMI) inefable, intangible y fagocitador. ¿Sería esta otra similitud no casual  con la actualidad del momento?

   El eternauta II salió en el año ’76. Cristian nos recordó que Oesterheld desde la clandestinidad le enviaba los manuscritos a Solano López, y que ya no se veían personalmente. Es que la similitud de la ficción con la realidad acá no es casual, como tampoco es casual la similitud entre las épocas. ¿Verdad?

   Bueno, Germán Oesterheld ingresa a la ficción, admira y acompaña a Juan, a quien ya no llama Juan, sino “el eternauta”. Germán es acompañante, narrador y testigo, y, además, sabe que acá hay una discontinuidad en el tiempo, por eso es testigo y sólo comparte ese saber con Juan. Pero también el guionista advierte el cambio de Juan y cuando habla de él lo llama directamente “el eternauta”. (Uy, perdonen, estoy repitiendo, qué le voy a hacer.)

   Germán advierte esa transformación en su amigo, y, después de que este matara al ello (no sabemos si lo mató), se pregunta: “¿Y vos, Juan? ¿Quién sos vos Juan?”

   Germán también se transforma. Hace el camino inverso al de Juan Salvo. Germán pasa de ser un hombre solitario a conocer y gozar del cariño de los compañeros. Conoce y anda siempre con Cosme y otros jóvenes que lo ayudan. María lo cura. A él lo mueve el amor de sus compañeros jóvenes. Y acá hay otra similitud con la realidad de la época en que fue escrita esta obra que, por supuesto, no es pura casualidad. Y este cariño que Germán siente y reconoce, me hace pensar en unos versos de Juan Gelman que me gustaría citar ahora. Son del poemario Notas, del año ’79.

Este que transcribo ahora es Nota XIII:

 

 “cada compañero tenía un pedazo de sol

  en el alma/el corazón/ la memoria/

  cada compañero tenía un pedazo de sol/

  y de eso estoy hablando

 

  no estoy hablando de los errores que

  nos llevaron a la derrota/ por ahora/ no

  estoy hablando de la soberbia/la ceguera/el delirio militarista

          de la conducción

    estoy diciendo que cada compañero tenía un pedazo de sol

 

    que le iluminaba la cara/

     le daba calor en el pavor nocturno/

     lo abellaba alegrándole los ojos/

     lo hacía volar/volar/volar”

 

   He citado un fragmento. El poema continúa.

 

   Otro detalle que sí conocía Germán (hablo siempre del Germán de la ficción),  es que el eternauta, era el testigo del tiempo. El tiempo es una materialidad en esta historia. ¿Se puede conocer el tiempo? ¿Se puede ver? ¿Se lo puede manipular? Si bien es una dimensión artificial, Juan Salvo pudo desarmarlo en la novela anterior, El eternauta I. Pudo colocarse y recolocarse en distintas épocas. Era este uno de los saberes que mucho no podía compartir. Y por esta razón también, Germán, abandonó bastante el nombre Juan y pasó a llamarlo el eternauta. Esto fue también causa y efecto de la transformación del héroe.

   Un enemigo nuevo que aparece ahora son los zarpos. Otros esbirros del poder. Son seres humanos mutantes y caníbales alcanzados por la radiación. Ahí el eternauta se da cuenta de una verdad crucial.  

   Estos zarpos se parecen mucho a esa patota que entró con gas  pimienta en la universidad de Quilmes y que después se fotografió haciéndose pasar por estudiantes. Insisto, las similitudes ficción- realidad acá no son casuales. 

   Y me gustaría transcribir una reflexión de nuestra compañera Pepa. La transcribo.

Pepa dixit:

   “Juan Salvo decide asumir personalmente esta lucha porque sabe que no le va a alcanzar para enfrentar al ello. La vida de Oesterheld fue así. Cuando sus hijas empezaron a militar, militaban desde una posición burguesa, porque eran chicas de un colegio de gran nivel económico. Ahí va cambiando todo. Ellas se meten y él las va acompañando. Elsa no. A medida que él se va comprometiendo, él va sabiendo que es perseguido, que lo van a agarrar. Él pone sus esperanzas en los jóvenes, están sus hijas, pero el ideal político pudo más. Sabía que lo iban a apresar, que iba a ser un desaparecido. La lucha política, la necesidad de cambiar este mundo atroz en el que el ello gobierna y que no es otro más que nuestro enemigo de siempre. Ahí hago una relación con la vuelta de Obligado, en donde las tropas anglo francesas vienen hacia el sur para enfrentar a los puertos tanto de Uruguay como de Buenos Aires y se encuentran con la resistencia de Mansilla. (Eran Lucio Norberto y Lucio Vicente, padre e hijo). El conductor era Rosas. Murieron un montón de esos soldados, que, además hicieron la cadena enlazada de costa a costa. Y el paisaje de las costas de Obligado es muy parecido al paisaje de las cuevas. Los muchachos que intervinieron en esa pelea desigual, que terminó en una victoria pírrica, al decir de algunos historiadores, terminó con muchas más muertes de la parte rioplatense. Inglaterra y Francia se dieron cuenta después que se  habían trenzado en un enorme desafío, totalmente loco.  El pasaje de las cuevas se parece a la Vuelta de Obligado por el paisaje y por la desigualdad de fuerzas.”

   Y ahora, luego de las sabias palabras de nuestra querida Pepa, permítanme el capricho de transcribir otro poema de Juan Gelman, el que viene antes del que ya cité. Lo asocio a los humanos de las cuevas y a toda la lucha del eternauta, por eso. Ahí va:

 

Nota XII

 

los sueños rotos por la realidad

los compañeros rotos por la realidad/

los sueños de los compañeros rotos

¿están verdaderamente rotos/perdidos/nada

 

Se pudren bajo tierra?/¿su rota luz

diseminada a pedacitos bajo tierra?/¿alguna vez

los pedacitos se van a juntar?

¿va a haber la fiesta de los pedacitos que se reúnen?

 

y los pedacitos de los compañeros/¿alguna vez se juntarán?

¿caminan bajo tierra para juntarse un día como dice manuel?/

        ¿se juntarán un día?

de esos amados pedacitos está hecha nuestra concreta soledad/

per/dimos la suavidad de paco/la tristeza de haroldo/la lucidez

de rodolfo/el coraje de tantos

 

ahora son pedacitos desparramados bajo todo el país

hojitas caídas del fervor/la esperanza/la fe/

pedacitos que fueron alegría/combate/confianza

en sueños/sueños/sueños/sueños

 

y los pedacitos rotos del sueño/¿se juntarán alguna vez?

¿se juntarán algún día/pedacitos?

¿están diciendo que los enganchemos al tejido del sueño general?

¿están diciendo que soñemos mejor?

 

   Les cuento que Juan Gelman le dedicó este poema al escritor peruano Manuel Scorza, el que escribió Redoble por Rancas y otras novelas más. También les cuento que  las minúsculas, los cortes de verso, las barras y la puntuación en mi transcripción son fieles al original.

 

   Ahora quiero contar cómo terminó nuestra reunión. Aunque siempre haya detalles que habrán quedado por decir. Esta obra es tan compleja como apasionante. Y les pido a los integrantes del grupo, que si tienen algo por agregar, comentar, refutar o corregir, lo hagan, sí.

   ¿Cómo terminó la reunión?

   Los pequeños, tan hermosos, se pusieron a correr, a jugar y a hacer acrobacias entre nosotros. Pusimos los muebles en su lugar. De pronto hubo un grupo que aparecimos en la sala de delante de la gran casa de Virgi, y ¡Oh! ¿Era Frederick Chopin? ¿Era Marta Argerich? ¿Era Charlie García? ¡No! Era el mismísimo  Dani poniendo sus humanos y diestros  dedos sobre el piano, jamás sobre máquinas malignas, no, sobre el piano, y nos vimos primero cantando “aprendí a ser, formal y cortés”, después “él era un reeyyy, de esteee luuugaaar”. Después canciones de los Beatles y después más sui Generis. Es que Los siete locos somos hippies que marcamos tendencia.



                                                                              Raquel Poblet

 

 

 

sábado, 5 de octubre de 2024

Cronicando El Eternauta


I

   Llegó el domingo 15 de septiembre, día del encuentro por El Eternauta. Es que la lectura no es una actividad solitaria. No hay nada mejor que encontrarse a conversar sobre lo leído, a contar impresiones, recuerdos, imágenes que se nos aparecen; digo, hablar de lecturas que asociamos a otras lecturas, percibir los contactos que algunas obras literarias tienen con otras obras literarias; quiero decir, percibir las intertextualidades, es decir, los diálogos entre las obras, los diálogos interliterarios. Todo esto es algo que percibimos en grupo, sobre todo en una obra como ésta, que fue editada por primera vez el 3 de Septiembre de 1957, y que se ha seguido editando en todas las décadas posteriores, como ser la del año ’62, la del año ’70, la del ’82 y varias veces más. Distintas generaciones leyeron y miraron El Eternauta, porque es ésta una literatura con dibujos, una novela y un tipo de soporte que tuvo mucho auge en la generación “baby boommer”. Sí, chicos nacidos después de la segunda guerra, época de grandes y muy vendidas revistas de historietas. Infancia de merienda con la revista al lado. Muchos baby boommers tardíos, como es mi caso, tuvimos las historietas y la tele. Y en este grupo les baby boommers somos una banda.

   Llegamos a la casa de Rosi, la amplia casa de Rosi, todos bastante seguidos. Estaban Aimé, hermosa, gordita y graciosa, quilombera, y su papá, Luis, y Rosi, también, claro, recibiéndonos en su amplio hogar, sí, grande, un salón para recibir, una cocina, graandeee, con un patio con techito y un pasillo tan largo, que me dio ganas de calzarme unos patines y patinaaar. También, además de las habitaciones, había, y hay, obvio,  un balcón esquinero magnífico. Y el living también grande para todes y unas ventanas tan de los hogares de infancias de los cincuenta y sesenta. Hago hincapié en la hermosa casa de Rosi porque la veo muy parecida a la casa en la que Solano López recibía a Héctor Oesterheld para contarle el guión. También se parece a la casa de la ficción dibujada por Solano López, en la que el guionista recibe, no, me equivoqué; se le aparece Juan Salvo venido de un continuum. Dice el dibujante, (Solano, el real), que decidió no copiar la cara de Oesterheld porque ésta ya había sido copiada por Higo Prat y por eso prefirió hacerle una cara más redonda, más “adocenada”, que según el diccionario,  quiere decir “vulgar, de escaso mérito”. Y cito la fuente de todo esto: es el excelente programa de Juan Sasturain.

   Retomo. La casa de la ficción. Cuando empieza la novela, el guionista está sentado y piensa: “Hacía frío, pero a veces me gusta trabajar con la ventana abierta; mirar las estrellas, descansar… y apacigua el ánimo, como si uno escuchara una melodía muy vieja y muy querida. El único rumor que turbaba el silencio era el leve rozar de la pluma sobre el papel. De pronto…”  Sí, esa casa, la  del guionista de la ficción y el paisaje del barrio que se ve en los dos primeros cuadritos, y en el final también, se parece al paisaje que se ve desde el balcón de la casa de nuestra anfitriona en Carapachay. Se parece mucho al barrio del “chalet”, como Juan Salvo denominaba a su casa a lo largo de la novela.

   Los lectores fuimos llegando al chalet. Silvana, yo, Pepa, Anita; Cristian; Nacho and kids, la super estilizada y bella Valentina y Maxi, qué lindo; Dani sin Vicente. Qué sátvicos y alegres son les niñes, Aymé incluida en la banda; se oyeron sus vocecitas durante toda la reunión, ellos jugando en una de las habitaciones. Se oían grititos, ruido, pum, plaf, caídas y  las siete vidas que tienen los gatos y los chicos.

   Sorpresas y sorpresas. Nuevos integrantes vinieron. Virginia, conversadora, vivaz, nos trajo la novedad de la biblioteca Mariano Moreno de Sáenz Peña y Luis,  el papá Luis, así lo denominaré de aquí en más, el papá Luís, conversador también y muy simpático.

   Y, la verdad, el gran ausente es el querido amigo Wagner, que demostró ser un gran lector de la novela y que está haciendo una investigación sobre la historieta argentina. Wagner querido, el pueblo está contigo.

   El dibujante, Solano López, -¿Se llama igual que Francisco Solano López, el segundo presidente del Paraguay, que, además de ser el sucesor del gobernador Francia, defendió heroicamente a su país del ataque de la triple alianza?,- y Héctor Germán Oesterheld, se conocieron en los años cincuenta en la editorial Abril. Recordemos, baby boommmers del grupo, Pepi, Anita, Yo, papá Luis, quizá Virginia, ¿Se acuerdan  de la revista “Claudia”? Bueno, se conocieron en la editorial Abril. Allí hicieron las historieta: “Uma uma” y Bull Rocket. Después Oesterheld quiso abrir su propia editorial, que fue la editorial Frontera, desde la que hicieron “Rolo, el marciano adoptivo” (parece de humor), “Joe Zonda” y la nuestra, “El eternauta”. Hay, por supuesto, muchos títulos más.

   Esta editorial Frontera sacó la revista Hora Cero, desde donde se leyó por primera vez El eternauta. Fue el 4 de septiembre de 1957. Gobernaba Aramburu en ese momento. Habían pasado dos años de los bombardeos a la plaza de mayo y el derrocamiento del presidente Perón. La “libertadora” estaba en su apogeo persiguiendo, fusilando y censurando, pero los lectores, dibujantes y escritores no se detenían. Bueh, algunos tuvieron que exiliarse en México.

   Salió, entonces el 4 de Septiembre de 1957, día consagrado como el “Día Nacional de la historieta”, y se extendió por ciento cinco semanas en la revista Hora Cero hasta el 7 de septiembre de 1959, con Frondizi gobernando desde mayo del año anterior. El doctor Frondizi  no censuraba nada. En 1962, no sé si antes o después del golpe al mencionado presidente, “El eternauta” se reeditó en tres volúmenes. Es que había muchos lectores y mucha discusión.

   En los primeros setenta, (unos meses de Onganía, el golpe de Lanusse, la llegada de Cámpora, el triunfo de Perón) se reeditó la versión completa de trescientos sesenta y cinco páginas.

   Héctor Germán Oesterheld nació el 23 de Julio de 1919. Se casó con Elsa Sánchez, a quién le debemos mucho. Ella mantuvo su memoria. Oesterheld fue secuestrado y desaparecido al igual que sus cuatro hijas. Murió en el ’77. Se lo vio en El Vesubio. No puedo hablar más.

 

                                                       II

   Entramos en la obra.

   Entramos en la casa del guionista.

   Entramos en la casa de Juan Salvo, Elena y Martita.

   Adentro está el héroe. El héroe es el que sale a enfrentar al monstruo. Enfrentarlo no es dejarse vencer. Juan salvo, que vivía en un hermoso chalet en Vicente López, barrio idílico, sale de la casa a enfrentar a ese monstruo sin cuerpo. Sale protegido por un traje aislante. No sale solo. Sale con los tres  y con la gran protección que fue posible gracias a los conocimientos científicos de uno de ellos, Favalli. Los héroes no van desnudos ni despojados de herramientas o armas. Teseo tenía el hilo de Ariadna; Perseo, el espejo y otros elementos más; Edipo enfrentó su verdad con la ayuda de Tiresias. Este último no salió airoso porque no suele ser frecuente en  los héroes el final feliz. Hay más ejemplos para dar.

   Al traje lo diseña el gran científico Favalli, y, claro, lo ayuda a coser la mujer, Elena con la ayuda de Lucas. -Veo a Mariana Pineda, la heroína de García Lorca cosiendo la bandera republicana, veo a las mujeres del siglo XIX cosiendo los uniformes de nuestros patriotas.- El traje aislante no precisa tubo de oxígeno. El gran Favalli también diseña un tubo de oxígeno “que deje afuera las partículas con radiación que mata”. Así protegidos saldrá el grupo de héroes, Juan Salvo, Favalli y Lucas Herbert (pobre Polsky). Los tres son héroes, pero se disputan la osadía de salir primero. Favalli no debería. Es el gran cerebro del grupo. Lucas dice ser el más indicado por ser soltero. Pero es Juan Salvo quien quiere salir y probar primero. Salir del bienestar del chalet, de la seguridad de la supervivencia a enfrentar al gran monstruo. Elena y Martita, serán dos penélopes rubias que aguardarán adentro provistas de los víveres necesarios. Elena y Martita, mujeres rubias, bien propias del cine y del cómic norteamericano. En toda la odisea que le espera a Juan, ellas serán el objeto del “nostos”, de la nostalgia, de la necesidad de Juan de vencer para volver al hogar como le pasó a Odiseo (Ulises).

   Pero, bueno, tampoco es para tanto. En mitad de la guerra,-hablo de la Odisea, pero está también la Ilíada acá contenida.- Esta es una novela de guerra; digo. En mitad de la guerra, Elena y Martita salen afuera, se encuentran con los héroes y se enfrentan, con el traje por supuesto.

   Como en toda novela de guerra, como pasa en la Ilíada, hay un momento en el que la historia se pone densa. ¿Qué quiero decir con esto? Que la historia no avanza, que hay ataques y represalias, ataques y contraataques, como el agua o la leche hirviendo, hirviendo sin subir. Uno, que es un lector deseoso y también voluntarioso, sigue leyendo porque sabe que el desenlace va a venir. Y, sí. En una guerra lo que uno más desea es el final. O no. Hay quienes disfrutan de las guerras. Pero esa sería otra discusión.

   Héroes. Héroes son los que recuperan un sentido de la vida que nosotros, dedicados a nuestra supervivencia diaria o a preservar nuestro bienestar, hemos perdido.

   Héroe es el grupo, pero Juan Salvo tiene la particularidad de haber salido del tiempo común. Juan Salvo, sobrevivió, entró en la cosmoesfera, movió una palanca, la puso en marcha y salió del tiempo. Así, Juan Salvo pudo saber la verdad y relatarla. Saber la verdad, digo, porque uno cuando está adentro, no sabe bien lo que pasa. Juan Salvo con una pequeña ayuda, claro, con la explicación que le hizo el último de los "manos" al que vio, pudo entender para luego poder relatar. Juan Salvo fue el único que pudo saber la verdad y relatarla. Pero el camino hasta conocer la verdad fue una Ilíada. Esto lo destaca también como héroe.

   La explicación es el gran recurso de la ciencia ficción. Este género es un fantástico que se vale de una explicación científica para verosimilizarse.

   El héroe Juan Salvo pudo saber y dar a saber. Juan Salvo no se  guardó lo que supo. No lo vendió ni lo usó.

   Pero hay algo que nunca se puede llegar a saber en esta historia. Hay un enigma que no se resuelve. ¿Quién es el enemigo? ¿Cómo es? ¿Qué forma tiene?

   Hay una jerarquía.

   Están los “gurbos”, esos cascarudos espeluznantes que hacen un ruido horrible.

   Están los hombres robot.

   Y están los “manos”, hombres vencidos y esclavizados por los “ellos” con una glándula que los lleva a la muerte cuando sienten miedo o deseo de libertad. Y tienen nostalgia por lo perdido. Son, quizá, el único elemento romántico de este enemigo.

   Arriba de los manos están los “ellos”, a los que nunca vemos. Es el poder supremo que organizó esta invasión insólita. Está la cosmoesfera, que también es una máquina manejada por alguien desconocido y superior, por alguna voluntad mayor.

   ¿Quiénes son los “ellos”? ¿Qué lugar físico y geográfico tiene ese horroroso poder? Cualquier similitud con la realidad actual no es pura coincidencia. El poder siempre fue y es así. Toda esta historia es una gran metáfora sobre el poder.

   Hay personajes y lugares con los que uno se encariña. Pablo, el nene de la ferretería. Franco, Polsky. Hay personajes entrañables que sí tienen forma y ubicación en el tiempo. Las imágenes de Buenos Aires también  hacen entrañable a esta novela gráfica. La Buenos Aires de los cincuenta arrasada por la nevada mortal. Buenos Aires aparece con la cancha de River, la Plaza de Mayo y el recorrido que nuestros héroes hacen por sus calles. Parten de Vicente López. Buenos Aires asolada por una nevada que la demuele, como la actual invasión inmobiliaria que demuele la memoria, el oxígeno y los barrios que amamos. ¿Los “ellos”, no serán estas empresas demoledoras que destruyen nuestra cotidianeidad?


                                                       III

   Obras maestras que tienen densidad de sentido, quizá sin que el autor lo sepa. Esto hace que trasciendan el tiempo, y que cada lectura le encuentre o le cree un nuevo significado. Hoy tiene un nuevo sentido el eternauta, como lo tuvo en los setenta, como lo tuvo cuando salió en el ’57. Nuevas y distintas lecturas a través del tiempo, nuevos lectores entusiastas y concentrados, nuevas generaciones de lectores. El eternauta es una gran obra que viaja a través del tiempo eterno de los argentinos.

   En los ’50, en el ’57, con el peronismo proscripto y bajo la dictadura de Aramburu, esta obra tenía un sentido.

   En los ’70, bajo Onganía y con su autor unido a Montoneros y viviendo en la clandestinidad, más sentidos se le agregan.

   En el comienzo de la democracia, en los años de Alfonsín, se lo leyó de nuevo. Y en los años kirchneristas también gozó de nuevas lecturas y de varias reediciones, sobretodo en generaciones adolescentes y juveniles. Hasta le pusimos la cara de nuestro querido Néstor al cuerpo del héroe.

   ¿Cómo se leería ahora en este año de infamia ajustadora?

   ¿De qué me habla hoy esta historia de sobrevivientes bajo una “nevada de la muerte” en esta época de esperpentos y lúmpenes en el gobierno? ¿Cómo se leen a los gurbos, a los manos, a los ellos, estos últimos, los grandes y verdaderos poderosos; grandes y verdaderos porque no se ven?

   El eternauta nos demuestra que el poderoso no tiene figura visible. Recién cuando se lo mira a la cara, el poderoso se empieza a desvanecer.

 


Raquel Poblet.