domingo, 27 de septiembre de 2015

FALSIFICACIONES, de Marco Denevi

A los veintinueve días del octavo mes del año de dos mil quince, en un café por Villa del Parque, se juntaron una vez más los siete locos en su empresa de meterse en los universos literarios argentinos. El libro elegido fue Falsificaciones, de Marco Denevi.

El primero en llegar fue Wagner, el brasilero, y fue quien dio la mala noticia, primero a Paul, y luego a Dani y Nacho: la parrilla elegida como local de encuentro estaba cerrada. El local sufrió un robo violento y los dueños decidieron terminar con el negocio e irse de allá. Frente al golpe de realidad que se presentó, los siete locos tuvieron que salir a buscar otro lugar para reunirse. Por suerte, Nacho estaba en auto y todos fueron a recorrer el barrio a buscar otra parrilla. Alguien sugirió un local que se llamaba Cortázar. Como Wagner, el brasilero, no come carne, pensaron en ir a una pizzería. Al final, fueron a un barcito donde ya se habían reunido antes y tenía vista a un cartel inmenso con la cara de Aníbal Fernández.


Hamburguesas completas para todos, excepto para Paul, quien pidió una hamburguesa sola y para Wagner, quien eligió morfarse un sandwich de queso y tomate. Para tomar, compartieron una Levité Pomelo. Nacho salió a buscar a su amigo y tocayo en la estación y, cuando volvieron, estaban todos reunidos, listos para empezar su rito literario.

Falsificaciones. Para Wagner, el libro de Denevi  tiene una clara influencia de Borges: solemne, recuenta textos prexistentes, clásicos, mitológicos o de la Biblia, le hizo acordar La historia universal de la infamia, donde Borges narra la vida de varios personajes, algunos muy conocidos, como Billy the kid, y también mitos de culturas varias. El brasilero también señaló la angustia del lector como tema de Falsificaciones, hay un cuento en que el lector literalmente persigue al autor, en otro, persigue a un actor que lo interpreta, en ambos casos, angustiado por el final de las obras. Dani dijo que el libro no le gustó, que le pareció un libro de baja complejidad. Confesó que le gustan más los textos largos, que cuentos cortos o microcuentos no lo atrapan, le molestaba la constante “vuelta a empezar” al leer el libro. Ya Wagner dijo que le gustan los microcuentos porque son más fáciles para leer en el colectivo, no toman mucho tiempo y así no corre el riesgo de perder la parada. A Paul le gustó el libro pero coincidió con Dani en cuanto a la “vuelta a empezar”. Y añadió que hay que tomar antidepresivos.


Parece que  la mayoría coincidió que fue un libro pesado de leer, quizá por las razones que presentó Dani, que dijo que se quedaba pensando entre cuento y cuento y esto hizo que le llevara mucho tiempo leer el libro. Wagner dijo lo mismo, que era casi como poesía, que demanda más detenimiento, reflexión, concentración, mucho más que una novela o un libro de cuentos de 5 o 10 páginas que tuviera las mismas 100 páginas que Falsificaciones. Dani señaló que hay que tener mucha cultura general para comprender el libro, pero Wagner dijo que las obras a que hace referencia el libro son muy conocidas, aun para los que nunca las leyeron: obras de Shakespeare, El Quijote, la Biblia, los clásicos griegos. En este punto, Nacho también defendió la obra, dijo que le gustó lo que tiene de fantasioso mezclado con las ideas de Denevi y que le dieron ganas de leer mitología.

Dani mencionó un cuento que le gustó mucho, “Gobernantes y gobernados” y Nacho dijo que también está entre sus preferidos del libro, señalando lo que dice en el texto de que “hay quienes nacieron para obedecer y quienes nacieron para mandar” y preguntó a los demás si estaban de acuerdo con esta proposición, al que Dani afirmó que hay gente que tiene vocación para el liderazgo. De ahí, el debate se volvió a las cuestiones de clase, la idea de que los que tienen el liderazgo se volverían opresores y usarían su posición para obtener bienes que los liderados, por su posición, no podrían llegar a poseer. Y cuando el debate se iba para la idea de que tener bienes caros es algo malo, Dani señaló que el problema no es que alguien tenga un auto último modelo, sino que el pobre no tenga salud, educación etc. Paul concluyó que, frente a eso, hay que tomar antidepresivos.


El cuento “La pata del mono” fue unos de los que suscitó los comentarios más apasionados por parte de los siete locos, y, quizás, sea el más ingenioso de todo el libro. Con el final abierto de la obra de teatro representada en el texto, todos nos quedamos tan perplejos cuanto su protagonista en cuanto a su final.

Dani mencionó el cuento que pone protagonismo en la mujer de Judas y luego se hizo referencia al cuento “El idiota”, en que el idiota del título al final termina siendo Eva, la primera mujer. Dani y Nacho lo consideraron machista, Wagner discordó, diciendo que es justamente el contrario la idea propuesta por el texto, de que, aunque se piense que la mujer es “idiota”, es ella la que termina manipulando al hombre. En este punto, Nacho propuso una discusión sobre el papel de la mujer en la sociedad. Entonces, Nacho, el tocayo, comentó sobre la relación con su expareja y entre todos  hablaron sobre cómo, tal vez, el feminismo sea utilizado equivocadamente, terminando, en muchos casos, siendo tan dañino como el machismo. En este momento, Paul les hizo acordar que esto se podría solucionar tomando antidepresivos, al que Nacho, volviéndose al mozo, le gritó: “una sertralina, ¡por favor!”


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