Los 7 locos somos un grupo de literatura argentina que llevamos 11 años juntos.
Me
pregunto ¿por qué seguimos juntos después de tanto tiempo? ¿Por qué tener un
grupo de literatura en estos tiempos que corren, en esta Argentina de gobierno
descorazonado que fomenta la crueldad hacia los jubilados, las personas con
discapacidad y los hospitales públicos, por nombrar algunos ejemplos?
Y
entonces pienso en la pampa argentina, el gaucho Martín Fierro y su soledad.
“Y al
campo me iba solito,
más matrero
que el venao,
como
perro abandonao
a buscar
una tapera,
o en
alguna biscachera
pasar la
noche tirao.
Sin
punto ni rumbo fijo
en
aquella inmensidá,
entre
tanta escuridá,
anda el
gaucho como duende;
allí
jamás lo sorpriende
dormido
la autoridá.
Su
esperanza es el coraje,
su
guardia es la precaución,
su pingo
es la salvación,
y pasa
uno en su desvelo,
sin más
amparo que el cielo
ni otro
amigo que el facón.
La respuesta entonces está en este poema fundacional de la literatura y del ser argentino. Tenemos un grupo de literatura para no estar tan solos. El ser humano necesita del otro. “Nadie se salva solo”. Los “7 Locos”, más de 7 diría yo, somos amigos y fomentamos la amistad.
“La
amistad -para Raúl Scalabrini Ortiz en El hombre que está solo y espera,
última lectura que compartimos este año- no persigue remuneración alguna. Se da libremente. Un buen amigo no podría ser feliz sabiendo que sus amigos no lo son. Dos
amigos forman una tertulia, un mundo completo y ficticio en que el mundo ya no
es valedero. La amistad porteña es un fortín ante el cual los embates de la vida se mellan. La amistad porteña es un olvido del egoísmo humano”.
Resumiendo, somos un
grupo de amigos que nos reunimos a compartir literatura.
¿Y qué entendemos
por literatura?
Decía Silvina
Ocampo en un cuento que se llama La continuación, del libro La Furia,
que fue el primero que leímos este año 2025:
“Al
abandonar mi relato, hace algunos meses, no volví al mundo que había dejado,
sino a otro, que era la continuación de mi argumento (un argumento, lleno de
vacilaciones, que sigo corrigiendo dentro de mi vida). Si no he muerto, no me
busques y si muero tampoco: nunca me gustó que miraras mi cara mientras
dormía”.
Esta es
una carta que le escribe a su amante, médico de profesión. En ella expresa que
literatura y vida son una misma cosa; la vida es continuación de la literatura
y viceversa; plantea que uno incluso, podría escribir su propia vida para que
cambie de rumbo.
Para nosotros la literatura es diversa, abarca a Borges y su universo -representado por una biblioteca con infinitas galerías hexagonales, con sus 5 anaqueles por lado, 32 libros por anaquel, 410 páginas por libro y así al infinito- pero también incluye al niño César que vivió su infancia en la villa Carlos Gardel y años después escribió un relato autobiográfico “El niño resentido” lleno de violencia pero también de poesía, como en aquel fragmento que describe el momento en que su mamá es liberada de la cárcel:
“La habían largado en medio de la noche, hizo dedo, subió a un camión, luego a un tren y caminó las cincuenta cuadras desde Liniers hasta casa. No la solté en ningún momento, nos íbamos turnando en su abrazo con mis hermanos. Esa madrugada dormimos todos juntos en la
misma cama, pegados a ella como garrapatas. Al otro día, el sol recuperó un poco de su color y volvimos a la escuela,
llevados de su mano.”
En fin, literatura y
amistad es la mejor conjunción para sobrellevar estos tiempos tristes del país que estamos atravesando, y para pensar en
conjunto, la forma de cambiar la realidad.



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