¡Qué mejor para empezar el año de la Serpiente, que un libro de Silvina Ocampo! Decidimos leer "La furia" en vacaciones, que son 34 cuentos, la mayoría escritos entre 1937 y 1940, época en la que Silvina vivía en la estancia Rincón Viejo en el pueblo de Pardo, con el joven y atractivo Adolfito Bioy Casares, con quien noviaba y luego se casaría... En el país transcurría la Década Infame, que devino luego del derrocamiento de Hipólito Yrigoyen en 1930. Se sucedieron varios milicos en el poder y en el año 1938 fue elegido un radical, Roberto Marcelino Ortiz, en elecciones signadas por el fraude. Igualmente este contexto de país, a las familias Ocampo y Bioy Casares no le interesaba.
Los 7 locos fuimos nueve esta vez y estábamos felices de reencontrarnos, pero a su vez nos envolvía una sensación particular inherente al mes de marzo, momento del año en el que terminan las vacaciones y uno empieza a preguntarse qué va a hacer de su vida, cómo va a llegar a fin de mes, si tendrá algún momentito de ocio, de disfrute, etc.La pregunta existencial de marzo se puede resumir de la siguiente manera: ¿podrá uno parecerse más a La liebre dorada, que salta libre por el campo, y por más que la persigan y la quieran cazar, no guarda resentimiento por los desaforados perros que la corrieron sin éxito; o, por el contrario, uno en su cotidianeidad terminará pareciéndose más a esos pobres perros de caza, que mandados por el cazador (empleador, jefe) corren frenéticamente hacia el objetivo, sin medir consecuencias, y acaban moribundos tirados en el pasto?
Los nueve que estuvimos presentes en los aposentos de Pepa, alrededor de la mesa que ostentaba empanadas, papas fritas, chipás, tartas y vinos, fuimos Nacho con nuevo corte de pelo; el caso Rosi de Freud; Rachel y sus revistas literarias de la década del 80; el pibe Cristian bronceado con sol de Barú; la cada vez más glamorosa Sil (pese a que no pertenezca a la familia Ocampo); Vir y su calidez; Ana María y su incorrección afectuosa; Pepa, la mejor anfitriona que uno pueda tener; y quien escribe, el azabache Dani. También participaron niñeces -Valen, Maxi y Aimé- alegres y entrañables, en contraposición a las que describe Silvina en "La furia".
¿Qué decir de los cuentos de la menor de las Ocampo?
En los cuentos de Silvina, vida y literatura se confunden, como ocurre en La continuación. En este relato hay una pareja y aparece una tercera que se llama Elena.
Elena Garro fue una novelista mexicana, esposa de Octavio Paz y amante de Bioy. La sexualidad y la infidelidad son temas que invaden la literatura de Silvina:
"Aborrecí la sangre celosa que corría por mis venas. (...) Te aborrecí porque me amabas normalmente, naturalmente, sin inquietudes, porque te fijabas en otras personas".
En El asco también surge la infidelidad. Narra la empleada de la peluquería. Asco de Rosalía hacia su marido, barbudo con cara de demonio. Ella vence el asco con voluntad y logra amarlo. Con el amor la casa está linda, ella cocina y él trae regalos. Con el desamor la casa se viene abajo, él es infiel -con la peluquera-, y en ella surgen ganas de matarlo con un cuchillo.
"Ser amada no da felicidad, lo que da felicidad es amar".
En El goce y la penitencia, la que narra es una mujer que se enamora del pintor al que le había encargado, junto a su marido, el retrato de su hijo Santiago. Armindo, el pintor, termina retratando un niño que no se parecía a Santiago, sino al hijo por nacer, producto de la infidelidad.
En El castigo narra el varón de la pareja, que era extremadamente celoso. Ella, una joven de 20 años, relata su historia desde el presente hacia atrás, hasta el día de su nacimiento, demostrando su fidelidad. Él al final del cuento, envejece 20 años después de escucharla.
En La paciente y el médico, una joven virgen se obsesiona con su médico. Él le entrega un retrato suyo para que cuelgue en la cabecera de la cama, y recurra a él cuando se sienta mal. Ella salía con hombres a los cuales les cobraba para comprarle regalos al doctor, pero no tenía relaciones con ellos. ¡Es una descripción de la histeria! -gritó la psico Rosi.
En Carta perdida en un cajón, la historia es entre dos mujeres que se conocieron en la infancia, en el colegio. Empieza la carta con un inobjetable "Imbécil". Continúa diciendo "No me parece posible que el revestimiento de mi esqueleto sea igual al tuyo". La destinataria de todo este resentimiento se llama Alba. Y una tercera, también mujer, se termina enamorando de Alba, al escuchar a la narradora hablar pestes de ella.
Silvina Ocampo era supersticiosa y medio adivina. Tenía un sexto sentido. Magush leía el destino en el edificio deshabitado que estaba frente a la carbonería en donde vivía. Usaba los ventanales del mismo como barajas. En La sibila, la niña Aurora se había hecho amiga de Clotilde Insfrán, que era corsetera de su mamá y también adivina. Cuando muere Clotilde, le promete a Aurora que "el Señor", en un futuro la iba a ir a buscar a ella también para que estén juntas. Por eso cuando entra el ladrón a la mansión de Aníbal Celino, papá de Aurora, la niña lo esperaba en la escalera, pensando que era "el Señor". El nombre del cuento refiere a las sibilas de la mitología griega, que eran profetizas que conocían el futuro.
Por su parte, La casa de los relojes es una tragedia, pero no hay héroe como en las tragedias griegas, sino todo lo contrario. El protagonista es Estanislao Romagán, un relojero jorobado, muy querible, que asiste a la fiesta de bautismo del Rusito, con el traje arrugado. Y como era tan querido, muchos de los asistentes a la fiesta, terminan acompañandolo a la tintorería "La mancha" para plancharle el traje. Pero lo hacen sin sacárselo, sobre la joroba, y terminan quemándolo vivo.
Hay tragedia en El vástago donde se va gestando la venganza hacia el abuelo violento. Dos hermanos viven las atrocidades ejercidas por Labuelo durante su infancia y adolescencia. Uno de ellos, el que narra, logra tener una aventura con Leticia, que queda embarazada. Labuelo piensa que el hijo es del hermano Ángel Arturo y lo obliga a casarse con Leticia, que no dice nada. El nieto que nace, es el retrato de Labuelo, y a él no le negaba nada. Ese nieto encarnará la venganza, que luego tendrá un giro trágico.
En La furia, el cuento que da el nombre al libro, la crueldad está encarnada por Winifred, la filipina, que parecía una furia o erinia. Según la mitología griega las erinias eran personificaciones femeninas de la venganza, que perseguían a los culpables de ciertos crímenes. Winifred había prendido fuego a su amiga de la infancia Lavinia con un cirio en un acto escolar, estaban ambas vestidas de ángeles. Esto le cuenta a su amante, que es el que narra, a quien conoce en una plaza a donde había ido porque estaba cuidando un niño. A él le molestaba el ruido que hacía el niño cuando tocaba el tambor. Winifred le advierte de su maldad, y finalmente se escapa, abandonando al niño con él.
La enfermedad y la muerte a las que Silvina tanto temía, a tal punto que evitaba ir a visitar a amigos internados y a los velorios, son temas centrales. En Las fotografías, Adriana que había quedado paralítica luego de un accidente, el día de su cumpleaños tiene la primera salida del hospital, y muere no sin antes sacarse las fotos protocolares con cada uno de sus familiares. En La última tarde, Porfirio Lasta que vivía tranquilo en su campo con las ovejas, muere asesinado por su hermano que le llevaba la contabilidad. En El vestido de terciopelo, la señora Cornelia Catalpina de Barrio Norte, muere asfixiada mientras se probaba su nuevo vestido de terciopelo asistida por la modista. En La boda, la novia Arminda muere picada por una araña que había sido colocada en su rodete de novia, por una niña de 7 años -que es la que narra-. "La araña por la noche es esperanza".
En La oración, una mujer le habla a Dios. Ella le había sido infiel al marido, a quien nunca había querido, con un albañil. Caminando por la calle España en Avellaneda, se topa con una escena horrorosa. Claudio Herrera de 8 años ahoga en una zanja a otro niño Amancio y ella no interviene. A continuación rescata a Claudio y lo esconde en su casa, para evitar el linchamiento. La gente del barrio estaba enardecida, "Durante el entierro la gente no lloraba a Amancio, maldecía a Claudio". Pero a su vez, la mujer que narra, se da cuenta de la maldad de Claudio, y deja abierto el botiquín con los barbitúricos que utilizaba para dormir, para que los use con el marido, a quien Claudio también odiaba.
La perversidad de los niños también aparece en Voz en el teléfono, en el que el narrador le comunica a su pareja por teléfono, que no había podido encenderle un cigarrillo porque tenía un trauma con los fósforos y las fiestas infantiles. Y relata que de niño había incendiado su casa el día de su cumpleaños con la mamá de él y de sus amiguitos adentro. En Los amigos, Cornelio, a quien todos tenían por bueno, era místico y perverso. Se adjudicaba una inundación y la epidemia de tifus. Generó una convulsión en otro niño Andrés y quiso matar a su amigo (el narrador), pero a último momento ofreció su vida por la de él.
Sin pretender agotar el análisis, por último quería nombrar la originalidad de los narradores, tema que también se charló en lo de Pepa. En Los sueños de Leopoldina, narra el perro Changuito, fiel a Leopoldina que tenía 120 años. Lo que ella soñaba se hacía realidad, pero siempre había sido muy humilde y predecía eventos que tenían que ver con la naturaleza. "Como un barómetro anunciaba las tormentas o el buen tiempo; antes que yo, olía al león que bajaba del cerro, a comer los chivitos o a torcerle el pescuezo a los potrillos". Sus nietas Leonor y Ludovica querían que sueñe con "piedras preciosas, con anillos, con collares, con esclavas. Con algo que sirva para algo. Con automóviles". Y no le prestaron atención cuando predijo la llegada del viento zonda, que arrasó con todo.
En El asco narra la empleada de la peluquería; en La boda narra la niña Gabriela de 7 años, que es la que pone la araña; en El vestido de terciopelo narra otra niña de 8 años, que ayuda a la modista de Burzaco con sus clientas.
Nos empapamos de literatura ese mediodía de domingo en Villa Urquiza y salimos un tanto perturbados, porque eso generan los cuentos de Silvina, pero enriquecidos. Gran manera de empezar este 2025 de lectura y amistad. Auguro, a la manera de Silvina, Magush o la niña Aurora, un año de bellos encuentros loquísticos.
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