Era urgente volver a juntarse porque la extrema derecha gobierna el país, el porcentaje de pobreza aumenta a números inhóspitos y la violencia está a la vuelta de la esquina. Era urgente como ciertos amores.
Pepa puso su living espacioso y cálido como siempre y encima cocinó pizzetas. La primera en llegar fue su hija Rosi, que estaba desconsolada porque el psicoanálisis que tanto ama, no alcanza a explicar el macabro fenómeno Milei.
A continuación arribamos mi mamele Ana María, mi negrito Cholo, la glamorosa y blonda Sil con lentes de sol y yo, el narrador magrebí Daniel. Tímidamente empezamos a atacar las papas fritas, los palitos, los alfajores de maizena y chipás, cuando el timbre anunció primero la llegada del pibe de San Martín Cristian y depués a la desopilante Raquel.
Finalmente, el grupete se completó con la presencia de Nachito, que entró a la casa con Maxi de una mano -que corrió a jugar con el Cholo- y Valen de la otra -que con sus ya casi 11 años decidió sentarse a la mesa con nostros-.
Todo estaba listo para iniciar el 2024, año del Dragón, con una trilogía: Los amores urgentes del chaqueño Juan Solá.
El puntapié inicial en la conversa lo dio Raquel, quien indagó en voz alta: ¿qué es un amor urgente y cuáles son los que aparecen en la novela? Inmediatamente nuestras mentes se transportaron a la carta que Galaxia le dejó a La Chaco a modo de despedida:
"(...) pienso en esas veces que te hablé de los amores, de todos los amores, pero especialmente de los amores urgentes: esos que precisan quienes ya nada tienen. Escribo y pienso en el Oreja. Pienso en sus hermanos, en mi abuela Amanda y su perfume, del que no pude despedirme porque mi padre pensaba que su amor me hacía débil. Pienso en las cosas que permanecen después de la ausencia".
Queda bien claro cuáles eran los amores urgentes para Galaxia, y entre ellos no figura el que la unía con Ximena. Sí el que había tenido con Oreja, un pibe que había estado preso en Rawson y se encontraba solo en el mundo. Rafael, alias el Oreja, no sabía qué había sido de la vida de sus 4 hermanos a los que extrañaba angustiosamente y necesitaba de inmediato afecto.
Otro amor urgente fue el que necesitó Galaxia cuando era niña y todos la llamaban Cristóbal. Lo halló en la abuela Amanda, quien supo ver en sus ojos las estrellas y reconocerla mujer.
Ni hablar del sentimiento que forjaron el Oreja y sus hermanos en la infancia, cuando estaban a merced de ese papá violento y abusador. Fue un amor como refugio, que los rescataba de la perversidad paterna y la complicidad materna, un lazo fraterno que nunca olvidaron y fue el motor para seguir viviendo.
Es que todas las violencias habidas y por haber aparecen en estas tres novelas trágicas de Juan Solá. Sin embargo, circunda al relato un halo de luz, de poesía. Como ejemplo se puede citar aquella escena en la que Galaxia, luego de verse obligada a prostituirse porque no encontraba otro trabajo -le había pedido laburo al verdulero, a quien luego descubre como cliente-, se pone a hablar en la calle, de noche, con tres niños pobres que emergían del contenedor de basura como ratoncitos, y les comparte las empanadas que había comprado como cena:
"-Qué rica está la empanada, doña -dijo el pibe con la boca llena.
-Qué suerte que nos encontramos -respondió Galaxia. -Les tengo que contar una cosa -les avisó, y alcanzó a ver los ratoncitos de curiosidad asomándose a sus pupilas negras, y no fue capaz de hacer otra cosa que sonreír y amarlos como se ama todo aquello que nos recuerda la resiliencia de lo bello sobre lo doloroso".
De eso se trata, que lo bello venza a lo doloroso. Que el amor venza al odio, como diría Cristina recordando a Evita. Y este pensamiento se ve reflejado en la frase que escribió Alba detrás de la foto en la que aparecía con Pachi siendo jóvenes: "la oscuridad es un instante de luz dormida".
En el libro circulan distintas formas del afecto, no sólo los amores urgentes, también los ñeris, que es el nombre de la 2da novela, escrita en el año 2018.
La primera vez que aparece el significado de "ñeri" en la novela es en una de esas nostálgicas cartas que Agustín le escribe a Federico:
"(...) ñeri significa un hermano, una hermana, un amigo y una amiga, un lazo incorruptible por la fantasía del tiempo, la complicidad hecha carne y sobre todo, una lágrima partida al medio para enjuagar dos ojos que se miran. Todo en simultáneo.
¿Querés ser mi ñeri Federico?"
A su vez, "una persona cualquiera, de esas que andan por la vida regalándole verdades (y un poco de paz) a la gente que se cruza" había nombrado a Agustín como su ñeri. Se refiere a la chica del ciber, que estaba enamorada de las cartas que recibía de un muchacho que recién empezaba a conocer y le proponía mudarse con él a Comodoro Rivadavia, Sarita. Y las historias se entrecruzan.
Sarita también se convierte en ñeri del Oreja en el micro que los traía a él de la cárcel y a ella del desamor y la decepción con Sebastián.
Originalmente Sarita había aprendido el significado de la palabra ñeri de su papá, el Hornero, a quien tanto había amado y añoraba en secreto. Su deseo siempre fue volver a sentirse segura y querida como en su niñez cuando el Hornero vivía. Y lo termina logrando creo yo, cuando regresa con La Chaco, su confidente de la infancia, a Villa Santa Elisa.
El Hornero se pone gris, deja de levantarse de la cama y muere cuando pierde el trabajo. Es imposible no asociarlo a la realidad actual del país.
Cris nombró un poema del mismo autor que se llama, oh casualidad, "El hornero", narrado por un árbol viejo, "que estaba más cerca de ser leña que monte", y que recibe a un hornero herido que había escapado de un cazador, y a quien ayuda a sanar. Cuando el hornero curado y agradecido decide irse, el árbol "que quería que fuera libre, pero que ahora comprendía cuánto le lastimaba su libertad", encuentra una razón para seguir viviendo: "hay un hornero libre en algún lugar del monte, y me urge oírlo cantar otra vez".
Lo interesante de la forma de contar de Juan Solá, es que historiza a sus personajes. Los describe empezando siempre por la infancia de los mismos y las relaciones que tejen con los padres, familiares, amigos, escuela, y su sexualidad.
El niño Sergio (Ximena) que sentía miedo de ir al colegio porque sus compañeros lo hostigaban, y la ocurrencia de decir que tenía el album de los Caballeros del Zodíaco para que lo respeten; la paliza que le propinó el papá a Lucas (Lucy) por elegir el Power Ranger Rosa para la torta de su cumpleaños; Duilio (Carina) que se llamaba como el abuelo por ser el menor de 9 nietos, a quien lleva el papá a debutar a un cabaret, donde encuentra a Valeria, una mujer trans con quien se identifica. Estos son unos pocos ejemplos del recorrido que hace el autor por la vida de sus personajes.
Ni hablar de la trayectoria de Oreja y sus hermanos. El mayor de los cinco es obligado a vender guías en el subte; la que le sigue, Carmen, es condenada a un prostíbulo en Comodoro Rivadavia; Corina es rescatada de su familia por un novio traficante; Walter es enviado a lo de la tía Dori en Azcuénaga para protegerlo del padre, quien lo había golpeado hasta dejarlo inconciente por jugar con una muñeca; Cinthia es vendida a la patrona de la mamá, cuya hija discapacitada había muerto; y él es abandonado y queda a merced del papá maltratador, cuando su mamá huye con Chiqui.
Justamente el motor de Galaxia es juntar a estos hermanos, y prácticamente se inmola en manos de Gabriel Romano para que esto ocurra. El pedido a La Chaco en su carta de despedida es que continúe con esta misión.
Conmovidos en forma unánime por la obra que compartimos, con las botellas de vino vacías, ya era hora de ir terminando la juntada de lectores. "Lo inesperado no tiene cabida en un mundo que decidió creer en los relojes y las agendas". ¡Qué le íbamos a hacer! Teníamos que volver a los relojes y la rutina. La tarde de domingo anunciaba depresión.
Pero alguno de nosotros levantó la mano y decidió leer una última frase, para recordar que tenemos salvación si hay amor:
"Porque lo maravilloso del amor no es la gloria íntima de los amantes, sino las bondades que siembra cuando quienes aman vuelven a habitar el mundo que respira detrás de las paredes que les guardaron el secreto de la desnudez. El amor nos hace mejores personas, piba, me aseguró. Porque el amor será las flores del patio pero también la membrana líquida de los techos rotos".
Nos sacamos un par de fotos como testimonio del encuentro, Pepa nos abrió la puerta, y antes de partir, algunos de nosotros creímos ver a Galaxia apoyada en un árbol sobre la calle Ceretti y también creímos escuchar como un susurro:
"Sólo es efímera la existencia de quien se aferra a estar vivo. En esta despedida que preparo con primor hay una eternidad que jamás comprenderá quien no pueda entregarle la carne a la urgencia del amor".
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