viernes, 8 de diciembre de 2023

Ganó la derecha, pero tenemos a Croce... ¡hay esperanza!

    Fue el domingo de la semana siguiente al resultado electoral este último encuentro de los 7 locos. Fue un domingo de sol, un día peronista propiamente dicho, con el cielo límpido, aunque con los ánimos nublados. Yo llegué temprano. Llegué una hora antes. Equivocación debida a la ansiedad, o quizá  la urgente necesidad de verse con compañeres after de catastrophe.

  Eran las dos cuando toqué el timbre a la bella Paula, que tan diligentemente me abrió, me recibió y subimos escaleras arriba en el pintoresco caserón de Flores. ¡Qué acogedoras son las casas antiguas! Sobre todo en momentos en los que realmente queremos escapar de la actualidad. Escapar y a la vez hablar, como si esto que llamamos “actualidad” no fuera más que un tema de conversación.


    Pauli y yo barrimos el salón, instalamos una mesita ratona en el centro y fueron llegando les loques lectores. Se oía el trotar por las escaleras, las risas, las expresiones de asombro. Creo recordar que llegaron, primero Anita, con su risa serena, Dani, Nacho, Valen y Maxi; Pepa, la gacela Pepa, Silvana, rubia de New York (te queda muy lindo); Rosi, ojos grandes, mirada intensa. Todos estábamos intensos. Nos sentamos en ronda, y, claro, nos largamos a hablar de política todos juntos, todos a la vez, con mucho humor e impaciencia, mezclábamos relatos personales con acontecer político, opiniones con risotadas. Rosi dijo haber superado su ánimo de reclusión, y estaba, por suerte, activa en la conversación. Faltaban Cristian y Jason. Pauli observaba e intervenía poco. Le contamos algo de la historia argentina reciente; nos la contamos unos a los otros, nos interrumpíamos, nos reíamos, qué le vamos a hacer. Vamos a tener que reponernos de la catástrofe electoral. Cuando nos juntamos les amigues compañeres el optimismo sube. Yo soy optimista.

    Nuestra anfitriona nos puso de pie en ronda e hicimos una sanadora relajación recorriendo el cuerpo, aflojando hasta sentarnos a referir sobre el libro que nos convocaba.

    Antes que nada debo contar que en la mesa  había manjares sabrosos, saladitos y dulces, todos muy estimulantes para la conversación imaginativa y vital que supimos sostener.

    El libro en cuestión es “Los casos del comisario Croce”, que Ricardo Piglia escribió en el año 2007 -fueron años felices-,  y que se editó póstumamente. Una amiga mía que lo asistió en sus últimos momentos, me contó, cosa que está consignada en diversos artículos periodísticos y en su tercer diario, que utilizaba una máquina cuyas teclas eran sensibles a la mirada. Increíble, maravilloso y tristísimo.

    Los casos del comisario Croce son once, aunque el último “caso”, sea un compendio de varios casos contados de forma muy resumida.

    Por alguna razón no son llamados “cuentos”. No guardan la regla de contar dos historias como nos refiere nuestro autor en su célebre “Tesis para un cuento”, en la que el cuento clásico, sobre todo en el género policial, “narra en primer plano la historia 1 (el relato, el juego) y construye en secreto la historia 2 en los intersticios de la historia 1. Un relato visible esconde un relato secreto, narrado de un modo elíptico y fragmentario.” Acá no. Acá son casos desplegados, con su solución a la vista y con una segunda historia en presencia o que emerge completa en palabras del propio detective.

    Una novela o, más bien una biografía va atravesando estos casos. Es la vida del comisario Croce. Ficcional como el personaje, por supuesto.

    Sabemos que Croce es un héroe de la resistencia peronista, y lo sabemos por el magnífico cuento “El astrólogo”, en el que nuestro detective se encuentra con este célebre personaje de Roberto Arlt, que, después de lo ocurrido en Los lanzallamas, acá, en la ficción de Piglia aparece transformado en un ladrón de joyas perseguido por nuestro policía al que esquivó muy hábilmente. Luego, en este mismo caso, ambos son los perseguidos, y se encuentran y reconcilian por esa misma condición, los dos, policía y ladrón, escapando de la represión de la  fusiladora.

    Piglia le dio un final a este gran personaje de Roberto Arlt, el astrólogo, así como Borges le dio un gran final a la vida de Martín Fierro en su cuento “El fin”, y como también le dio un origen biográfico (de ficción, obvio, siempre ficción), al querido Cruz en “Historia de Tadeo Isidoro Cruz”’. Gesto poderoso e interesante el de Piglia, esto de darle a un personaje de Roberto Arlt un lugar destacado  como el que Borges le dio a los personajes de José Hernández. Nuestro autor habla largamente en varios artículos sobre la relación que él encuentra entre Arlt y Borges.

    Croce es casi un prófugo. Vive en la costa porque tuvo que escapar de la fusiladora, pero pareciera que el exilio fuera una constante en su vida. Vive solo, rodeado de poca gente. Está retirado de su profesión, jubilado, pero le gusta volver a ocuparse y darle un sentido a su vida. Y se lo da, como cuando le regala el acordeón al marinero croata. Hermoso primer cuento. Pero no quiero espoilear más.

    Otro cuento inolvidable es “La película”. Se trata de eso, de una película, pero de una película pornográfica en la que, supuestamente, actúa nuestra abanderada de los humildes, y de la que se dice como remate y gran mensaje político, que, sabemos, el pueblo la perdonaría.

    “La conferencia” es el cuento en el que Piglia más se dedica a hacer lo que él siempre hizo: reflexionar sobre el género y reflexionar sobre los textos que él mismo construyó haciendo visible esta reflexión en el texto mismo. Este relato se trata de una conferencia organizada por Rosa, personaje importante de esta saga. (¿Es una saga? Diría que sí) Organiza una conferencia dictada por el más célebre de nuestros escritores, al que no se nombra. Nadie del pueblo asiste porque el pueblo siempre prefiere los eventos deportivos. Pero sí va nuestro comisario. El pobre se queda dormido, y, de pronto, se despierta porque se siente interpelado. Es que en esta conferencia, el célebre escritor, habló sobre el género policial, y Croce, que no obedece al estereotipo del detective razonador, limpio y casto del género policial clásico como Holmes, el padre Brown o Dupín, y que tampoco es el típico investigador vicioso, borracho, drogón y reventado del policial negro norteamericano, se sintió aludido.

    Croce es un detective criollo. En realidad, ni siquiera es detective, es un comisario veterano, o sea que ocupa y transgrede el lugar del detective de género policial que siempre está cuestionando el sentido común de la policía. Croce se permite situarse en ambos lugares: el de policía y el de investigador. Y encima es retirado. Croce es un detective al que no le interesa razonar mucho, que prefiere atender a sus “pálpitos”, y que ve “la doble vida” en todos. En el relato (buenísimo) “El impenetrable”, muy citado por Dani y Nacho, el narrador lo explica bien: “El comisario había pensado varias veces en esas conductas, hasta en sus últimos detalles, para poder asir el perfil posible de los hombres – y de las mujeres- que llevaban una vida paralela. Aunque a veces pensaba que la identidad usada como coartada- por ejemplo, en su caso, hacer de comisario-era en verdad, su vida falsa y que la otra era en realidad más intensa y más verdadera.”

    Dos mujeres en la vida de Croce: Rosa, la bibliotecaria del pueblo, y la irlandesa. Rosa, que no quería que lo vieran con él, no porque fuera policía, “por eso no, Croce,… es que sos muy feo.”

    La identidad de género como tema aparece muchas veces en la obra de Piglia. Acá se ve en el relato “La excepción”. Se trata de un cirujano en la batalla de Caseros. Un cirujano que en un encuentro privado con Urquiza  trata a este de traidor y es condenado. (Recordemos el gran cuento de Piglia, “Las actas del juicio”, en el que aparece el general entrerriano). Es muy interesante cómo se va descubriendo el secreto. La identidad es un secreto. Lo recomiendo.

    Además de los once relatos de casos están las palabras liminares y la Nota de Autor. En las primeras, las liminares, subrayaría y citaría unas líneas: “El crimen descarga al mercado de trabajo de una parte de la superpoblación sobrante, reduciendo así la competencia entre los trabajadores y poniendo coto hasta cierto punto a la baja del salario, y, al mismo tiempo, la lucha contra la delincuencia absorbe a otra parte de la misma población. Por todas estas razones, el delincuente actúa como una de esas “compensaciones” naturales que contribuyen a restablecer el equilibrio adecuado y abren toda una perspectiva de ramas “útiles” de trabajo.”

    Es que todo el libro es una reflexión acerca de la delincuencia y la sociedad, y, para sorpresa nuestra, esta suerte de prólogo llamado “Liminar” está firmado por Karl Marx y fechado en 1857.

    Nos queda pendiente a mí y a quien quiera acompañar en la lectura, la novela Blanco nocturno, que es, justamente, la novela de nuestro querido comisario, personaje que nos despierta un cariño y al que quisiera volver a leer. Es también la última novela de nuestro escritor, gran profesor de teoría y de literatura argentina, que, por suerte, nos ha dejado mucho por leer.

 

Raquel Poblet

 

domingo, 2 de julio de 2023

El beso de la mujer araña

    Es una novela acerca de los afectos, pero también sobre la traición y los ideales. En ocasiones los ideales revolucionarios se ponen por encima de los afectos. Molina muere asesinado por ayudar a Valentín y su causa, pero previamente él lo había traicionado confabulando con el comisario, para lograr su libertad y regresar con su mamá.

    La historia se construye con varios relatos, y en ese armado se vislumbra la genialidad del escritor, Manuel Puig. Uno de esos relatos es el diálogo entre Molina y Valentín en la celda compartida del penal de Devoto. Otros tantos relatos son las películas que le cuenta Molina a Valentín para pasar el tiempo. Como ejemplos se pueden citar "la pantera que no podía besar"; "el viudo alcohólico y su mujer zombie"; "la actriz francesa que se enamora de un jerarca nazi"; y "el pianista ciego que se enamora de la sirvienta fea". 

    Esas películas se desarrollan como historias paralelas, que se relacionan con la de ellos dos, porque en su mayoría son de amor, tórpidas, pasionales y con finales trágicos. 

    Y el tercer relato, que completa los otros dos, está dado por las geniales notas al pie, que esbozan diferentes teorías científicas -médicas, psicológicas, psicoanalíticas- que intentan explicar el por qué de la homosexualidad, su causa. ¿El por qué de la homosexualidad de Molina o de Manuel, el escritor?

    Y si de afecto se trata, ese sentimiento es el que discurre entre los integrantes de "Los 7 locos", que se dieron cita en el departamento de Raquel, ubicado bien alto, en el piso noveno de un edificio sobre la avenida Las Heras, en el barrio de Palermo. 

    Nos dispusimos alrededor de una mesa ratona el pibe Jason con su remera de Millonarios -el flamante campeón del fútbol colombiano-, Nachito, Rosi, Pepa y sus riquísimas pizzetas, Ana María, la anfitriona Raquel -que estaba atenta al nerviosismo de su gatita-, la última incorporación de esta banda Sil de Salliqueló, y quien escribe, el Dani. Les niñes, Aimé de 2, Maxi de 6, Vicente de 5 y Valen de 10 años, alternaban entre el living para dibujar y el enorme balcón al frente para correr eufóricos. Como diría Raquel, "más que un departamento con balcón es un balcón con casa", por su tamaño y trascendencia.

    Rosi, la más pequeña de los hermanos Vázquez Carbón, habló del compañerismo entre Valentín y Molina, y la importancia de este concepto, que etimológicamente significa "compartir el pan". Molina le compartía el pan y todo lo que le traía la mamá primero, y luego el comisario haciéndose pasar por la mamá. También lo limpiaba con su propia sábana cuando Valentín tenía diarrea, la diarrea que él mismo le provocaba en confabulación con el comisario. 

    Así lo recuerda Valentín, bajo los efectos de la morfina recibida para aliviar el dolor de la tortura:

    "(...) y la mujer-araña me señaló con el dedo un camino en la selva, y ahora no sé por dónde empezar a comer tantas cosas que me encontré, "¿son muy sabrosas?", sí, una pata de pollo al espiedo, galletitas con pedazos grandes de queso fresco y rodajas arrolladas de jamón cocido, y un pedazo tan rico de fruta abrillantada, de zapallo, y con una cuchara al final me como todo el dulce de leche que quiero, sin miedo de que se termine porque hay mucho...".

    A todos los reunidos en el depto de Raquel, el autor, Manuel Puig, nos pareció un adelantado para la época que vivió. Nachito hizo un recorrido por su historia: nació en 1932 en General Villegas, un pueblo chico en la Pampa Seca, donde era dificilísimo que crezca una planta, salvo que se ponga mucho empeño en el riego. De niño le gustaba mucho ir al cine con su mamá, que era profesional, química, y trabajaba en el hospital del pueblo. Varias veces en la semana asistía al cine y quedó encandilado desde niño con las actrices hollywoodenses de aquel tiempo, tales como Greta Garbo, Marlene Dietrich, Marilyn Monroe y Gina Lollobrigida, entre otras. Casualmente las mismas que le gustaban a Molina.

    De las argentinas elegía a Mecha Ortiz, quien aparece en la foto de arriba.

    Manuel se la pasó viajando por el mundo -Buenos Aires, Italia, Nueva York- y sabía muchos idiomas. Deseaba dedicarse al cine, hasta que se dio cuenta que no era bueno y que además implicaba mucho esfuerzo. Así que se volcó a la escritura, aunque sus novelas nunca dejaron de ser cinematográficas. 

    Volviendo a la novela que nos convocó, en "El beso de la mujer araña" hay un cuestionamiento claro de los roles de género, como se entrevé en el siguiente diálogo:

    "-Molina, hay una cosa que me gustaría preguntarte.

    -¿Cuál?

    -Es complicada. Bueno... es esto: vos físicamente sos tan hombre como yo...

    -Uhm...

    -Sí, no tenés ningún tipo de inferioridad. ¿Por qué entonces, no se te ocurre ser... actuar como hombre? No te digo con mujeres, si no te atraen. Pero con otro hombre.

    -No, no me va...

    -¿Por qué?

    -Porque no.

    -Eso es lo que no entiendo bien... Todos los homosexuales no son así.

    -Sí, hay de todo. Pero yo no, yo... no gozo más que así.

    -Mirá, yo no entiendo nada de esto, pero quiero explicarte algo, aunque sea a los tropezones, no sé...

    -Te escucho.

    -Quiero decirte que no tenés que pagar con algo, con favores, pedir perdón, porque te guste eso. No te tenés que... someter.

    -Pero si un hombre... es mi marido, él tiene que mandar, para que se sienta bien. Eso es lo natural, porque él entonces... es el hombre de la casa.

    -No, el hombre de la casa y la mujer de la casa tienen que estar a la par. Sino, eso es una explotación.

    -Entonces no tiene gracia.

    -¿Qué?

    -Bueno, esto es muy íntimo, pero ya que querés saber... La gracia está en que cuando un hombre te abraza... le tengas un poco de miedo.

    -No, eso está mal. Quién te habrá puesto esa idea en la cabeza, está muy mal eso.

    -Pero yo lo siento así.

    -Vos no lo sentís así, te hicieron el cuento del tío los que te llenaron la cabeza con esas macanas. Para ser mujer no hay que ser... qué se yo... mártir. Mirá... si no fuera porque debe doler mucho te pediría que me lo hicieras vos a mí, para demostrarte que eso, ser macho, no da derecho a nada".

    A Manuel Puig le interesaba particularmente el tema del "género" y las relaciones de poder que se tejen por el simple hecho de haber nacido varón o mujer. Le parecía injusto que su madre, que era química como se dijo anteriormente y trabajaba en el hospital regional, debiera ocuparse también y en soledad de las tareas de la casa y la crianza de él y su hermano menor.

    Por otra parte, la discusión que se da en las notas al pie, citando pensadores, científicos, filósofos y otras "voces autorizadas", y que acompaña a la historia principal, trata acerca del origen de la homosexualidad, pero también sobre el por qué y para qué de la represión psíquica. Cuestiona la necesidad de reprimir deseos para adaptarse a una sociedad que es injusta, cínica y discriminatoria.

    "En cuanto a la homosexualidad misma, Marcuse señala que la función social del homosexual es análoga a la del filósofo crítico, ya que su sola presencia resulta un señalador constante de la parte reprimida de la sociedad.

    Sobre la represión de la perversidad polimorfa en Occidente, Dennis Altman, en su libro ya citado, dice que los dos componentes principales de dicha represión son por un lado la eliminación de lo erótico de todas las actividades humanas que no sean definidamente sexuales, y por otro lado la negación de la inherente bisexualidad del ser humano: la sociedad asume sin detenerse en reflexión alguna, que la heterosexualidad es la sexualidad normal". 

    Se puso en tela de juicio la teoría freudiana para explicar la homosexualidad, simplificada en un cortocircuito en la identificación del sujeto con el progenitor de sexo opuesto: la mamá en el caso de los niños y el papá en el de las niñas, en el momento de la resolución del complejo de Edipo entre los 3 y 5 años de edad. 

    Al respecto, Rosi defendió a su maestro. Sostuvo que "Freud plantea que la identificación reemplaza la elección de objeto, quiere decir que el yo, toma sobre sí las propiedades del objeto (un rasgo del objeto) con lo cual la identificación nunca es absoluta, sino más bien parcial.

    No se trata de buscarle el origen a la homosexualidad -continúa la psicoperonista de Munro, apoyada por Jason- sino de pensar que siempre como sujetos nos constituimos en relación a las identificaciones. El foco está puesto más allá del ´cuento del imaginario colectivo´, busco en mis parejas una mamá o un papá, sino más bien, a qué identificaciones, un sujeto está alienado.

    Termina diciendo que hay un esfuerzo arduo en Puig por tratar de explicar algo del origen de la homosexualidad, y Freud va más allá de eso en su obra, en este caso escrita en el año 1921. Para que no digan que Freud no fue un pionero y evitar que se lo trate de viejo retrógrado". 

    Alrededor de la mesa ratona fluía la conversación y también la digestión de los manjares caseros y de panadería. Cada uno de nosotros, adultos, con la sexualidad asumida, nos preguntábamos acerca de la represión en estos términos: ¿quién va a reprimir más, la derecha peronista representada por Massa o el fascismo apenas camuflado en falso republicanismo de un Larreta o una Patricia Bullrich?

    La respuesta es que "no hay salida", y que la única certeza que tenemos es que seguiremos siendo pobres, porque todos los caminos conducen al neocolonialismo encabezado por el FMI. Pobres pero felices, porque no hay nada más revolucionario que la felicidad, y porque siempre tendremos el refugio de la lectura, y en este caso de la lectura compartida con amigues. 

    En fin, tal vez sea momento de leer y juntarse más y de volver al "perverso polimorfo" que alguna vez fuimos, en épocas venideras de tanta represión y decadencia.





El Dani

   

     

     

domingo, 16 de abril de 2023

Nuestra parte de noche

     Después de varias semanas de calor agobiante, inéditas en marzo, las nubes negras aparecieron en el cielo y comenzaron a agruparse. Se venía la tormenta, justo el día del encuentro en el que hablaríamos de las sensaciones que nos dejó "Nuestra parte de noche" de Mariana Enríquez.

    Explotó el cielo y devino el aguacero. Los que ya estábamos en el cuarto de la terraza -Ana María, Pepa, Nacho y sus críos Valentina y Maxi, Raquel, Paula y quien escribe: Dani- festejamos el alivio climatológico y abrimos las ventanas. Los últimos en llegar -Jason, Cris y Rosi- tuvieron que correr bajo la lluvia a través del pasillo de la casa chorizo, subir rápidamente la escalera con el riesgo de resbalarse y meterse de un sopetón en el cuartito.

    Ya estábamos listos para iniciar nuestro rito, que nada tiene que ver con la Oscuridad, todo lo contrario, otorga Luz a nuestras vidas de alienación capitalista. 

    "Nuestra parte de noche" estaba sobre el tapete, tercer libro que compartíamos de Mariana Enríquez, primera novela, y hubo que transitar más de 600 páginas de horror...

    La mujer de las letras, nuestra Pepa, abrió el juego con una pregunta disparadora que ella misma contestó, citando un párrafo de la novela ¿Por qué "Nuestra parte de noche" y no "Nuestra parte de la noche"? Es en un instante de muchísima intimidad entre Juan y su hijo Gaspar, en el que el padre le dice que lo único que puede dejarle es un momento compartido, que tiene que ver con la noche y la oscuridad, pero que es de ellos dos, "nuestra parte de noche". Y que todas las personas somos un poco luz, y otro poco oscuridad.

    La protagonista de la novela es esa relación padre e hijo, y el objetivo último es "salvar a Gaspar". Rescatarlo de la Oscuridad -así con mayúscula- que está representada por esa familia, o mejor dicho, por esas familias: los Bradford, los Mathers y los Reyes.

    Se trata de familias poderosas, que se unieron en una Orden en el siglo XVIII, y vienen de Europa. Son la oligarquía, están más allá de la Ley y el Estado. Y el deseo de quienes lideran estas familias, Florence y Mercedes, es vivir para siempre, obtener el secreto de la inmortalidad a través de la Oscuridad. Importa el fin, no los medios.

    Con respecto a esto último Raquel, que apenas llegó al encuentro, lo primero que hizo fue meter una botella de champagne en el freezer, exclamó con voz enérgica: "la amoralidad es una marca de clase". Y varios de nosotros asociamos a la familia Bradford con la Blaquier, y por qué no a Carlos Pedro Blaquier con Mercedes Bradford y Florence Mathers. 

    Blaquier, empresario argentino dueño del ingenio Ledesma en Jujuy, recientemente fallecido y elogiado por diarios tan derechosos como La Nación, estuvo denunciado por participar en la desaparición de empleados de su empresa por los militares genocidas en el año 76. Nuevamente la relación entre oligarquía, militares, poder político, iglesia y medios de comunicación, tan evidente y que tanto daño hizo.

    Los militares de esa época, muy poco inteligentes, con escasísima capacidad de reflexión, pero que portaban las armas, fueron el instrumento de esa oligarquía local, y del poder invisible que habita el gran país del norte. 

    Volviendo al eje central de la novela, múltiples sentimientos produce la relación padre e hijo, entre Juan y Gaspar, que dispara varios interrogantes: ¿salvar al hijo de lo que él padecía, ser el medium entre esas familias perversas que formaban la Orden y la Oscuridad, es un acto de amor? Llegar a lastimarlo cruelmente, cortandole el antebrazo con un vidrio hasta llegar al hueso, para que tenga el sello que lo proteja y evite que la Orden lo encuentre, ¿tanta violencia es justificable? ¿Hasta qué punto los padres pueden dañar a un hijo con el argumento de protegerlo?  

    Juan, de extracción muy humilde, es doblemente vulnerable: por su cardiopatía y por la falta de recursos de su familia. Es vendido por su padre al cardiólogo que lo opera, Jorge Bradford, quien descubre y se deslumbra con sus condiciones de medium. 

    Juan, tan alto y hermoso, irresistible por su personalidad y rasgos físicos, se siente un esclavo. 

    "(...) no me preguntes si me gusta mi vida ni si soy feliz. Soy pobre y estoy enfermo. No tengo educación, no tengo familia, no tengo dinero. No creo ser capaz de trabajar. Necesito la asistencia que ustedes me ofrecen. Soy un sirviente".

    Yendo al otro polo, el opuesto a Juan, la Orden y la Oscuridad; la luz en la historia está dada por el grupo de 4 amigos, Adela, Vicky, Pablo y Gaspar, que se conocen desde niños y se acompañan y contienen. Nadie pudo comprender mejor que Gaspar, la tristeza, vergüenza y dolor que le produce a Adela no tener uno de sus brazos. A ninguno de ellos les sorprende que Vicky duerma siempre con medias desde que escucharon la terrible historia de Omayra, la niña colombiana que agonizó frente a las cámaras, atrapada en la lava de un volcán. Pablo siente atracción por Gaspar y Adela confía mucho en él, sin saber que son primos y que la ausencia de su brazo fue consecuencia de un ritual con la Oscuridad.  

    Se nombró el cuento "La casa de Adela" del libro "Las cosas que perdimos en el fuego" de la misma escritora, como semilla que germinó esta novela.

    Varios de los lectores reunidos en el cuartito de la terraza elogiaron el relato periodístico como recurso: el Pozo de Zañartú por Olga Gallardo, 1993. La devastadora historia de Beatriz, que ya había perdido a Adela en una extraña casa abandonada, y buscaba los restos de su marido Eduardo, militante de izquierda desaparecido por la dictadura militar. 

    Beatriz había podido cortar los lazos familiares con los Bradford, pero la desaparición de su compañero y la persecución de los militares, la obligaron a volver con su hija Adela pequeña a Puerto Reyes. Escapando de la oscuridad de los militares terminó en la oscuridad de su familia. 

    A todos los miembros de esta secta de lectura nos generó miedo y pesadillas leer "Nuestra parte de noche", pero a la mayoría nos atrapó. A algunos les costó mucho encontrarse con el horror cada vez que abrían el libro. "El horror", lo que no se puede nombrar, dirían Rosi y Jason, los psicoanalistas de la grupa. 

    La lluvia había parado y salimos a la terraza a brindar con el champagne que había traído Raquel. Juntarse a compartir literatura nos ayuda a escapar un poco de la Oscuridad que implica vivir en un país con un 50% de pobreza, dependiente del fondo monetario internacional y con el fascismo de un Milei o de una inescrupulosa Patricia Bullrich como opción de cambio. Caigo en la cuenta que el apellido "Bullrich" de alta alcurnia, empieza con la misma letra que "Bradford". 

    Pero siempre está la Luz -voy a escribirla con mayúscula también-, todo el tiempo aparecen los opuestos de Heráclito. La Luz de la ciencia, de la educación y salud pública, de los trabajadores, de la música, el teatro y el arte en general, de la gente humilde, honesta y luchadora, de las mujeres luchadoras, de los amigos y amores. 

    La luz de este grupo de lectura.

    



Quelonius