Estamos hablando del partido 3 de Febrero, fecha en la cual se libró la batalla de Caseros en 1852, cuando la grieta no era entre kirchneristas y macristas, sino entre federales y unitarios. Precisamente Caseros es la ciudad cabecera del partido y allí vive la autora de la novela que elegimos: "Cometierra".
Las referencias al barrio que aparecen en la novela son la Fericrazy y La Mega sobre ruta 8 y al final nombra la localidad de Pablo Podestá. Tati recordó sus paseos de niña por las ferias nombradas, así arrancó nomás la charla, con recuerdos de infancia alemana. Nan nombró la bailanta "Rescate", a la que tal vez le hubiese gustado ir, pero nunca se animó.
Una de las más académicas de los presentes, y no por ser de Racing, sino por su transcurrir a través de la literatura desde sus años facultativos, la querida Pepa, elogió la novela toda, pero destacó la forma en que está escrita, en "la lengua" de los personajes. Tati apoyó esta opinión, llamándola "escritura visceral". La que habla no es la autora, sino sus personajes, y a nosotros nos llega en forma directa, desde los barrios humildes del conurbano, desde la marginalidad, los "dejados de lado", los "nadies" sobre los que escribe Galeano.
Tati agregó que Cometierra vive en un "mundo masculino": la madre muere por causa violenta en manos del padre, un femicidio sin condena que deja a Cometierra y su hermano al cuidado de una tía para nada cariñosa; la tía los abandona y quedan huérfanos; y a Ana, su maestra más querida, la violan y asesinan en un galpón. Se obtura de esta forma el universo femenino.
La mujer que adquiere un papel determinante, en ausencia de otras, es la "madre tierra", pachamama, de la cual se nutre la protagonista. Esta otra madre le da un don, el de ver más allá, el de saber lo que verdaderamente pasó con un hecho trágico, pero siempre que se trate de una víctima mujer, violentada por el patriarcado.
La novela posee frases impactantes, conmovedoras, poéticas, que hacen que el lector se vea obligado a detenerse y respirar hondo:
"Las lágrimas me lloraban solas".
"Nunca más mamá y yo".
Las maternidades es un tema central:
"- Yo quería también quedar embarazada alguna vez. Tener una nena. Una piba así, como ustedes.
Me miró, le esquivé los ojos.
- Yo ni loca. Desaparecen - dije y me llené rápido la boca de pipas".
La actual es una época de ausencia de padres. Crecer sin cariño, sin límites, sin seguridad es una montaña casi imposible de escalar. Las madres son asesinadas, los hombres padres se matan entre sí en riñas, disputándose la masculinidad. A veces los padres se separan, forman otras familias y deciden dejar a los "hijos del matrimonio roto" con una abuela o tía. En otros casos ambos, papás y mamás, se la pasan trabajando para llegar a fin de mes en este sistema capitalista perverso, y apenas ven a sus hijos 1 horita a la noche.
De la mano de la "falta de padres", viene "la soledad", punto álgido que atraviesa la novela, como atinadamente marcó Nacho. Cometierra se recluye en su casa, con sus plantas y botellas, con la música como compañera. Ésta casa parecía tener vida:
"Yo me colgué mirando las plantas. Como ni el Walter ni yo nos habíamos estado ocupando del jardín, la pasionaria daba la impresión de que iba a comerse la casa. La mayoría de las flores ya se habían abierto. Quedaban algunas bochas naranjas. Más allá de las ramas mi barrio se movía como cuando empieza a anochecer, y no me molestó imaginar que si un día Ezequiel, mi hermano y yo nos íbamos a la mierda, la pasionaria iba a tragarse nuestro rancho entero como una planta carnívora.
Una casa también podía morir".
En la vorágine de la discusión, Tati nombró un personaje que aparece todo el tiempo en el desarrollo de la novela. El resto de los allí reunidos no nos habíamos percatado de su condición de personaje, pero sí lo es y para nada secundario, todo lo contrario, tiene un rol destacado, espumoso y rico: la cerveza.
La cerveza es tomada en exceso, sin distinción de edad y sexo. Y también acompaña a Cometierra en su soledad y la de tantos jóvenes.
Llegando al final del encuentro y del libro, coincidiendo con el atardecer en Villa Raffo, Guille dijo haberse acordado de Stephen King al leer la novela, por cómo la autora deja abierta la historia a diferentes interpretaciones.
A lo último se relata la huida del barrio de Cometierra junto a Walter y Miseria, es el inicio de una nueva etapa lejos, adonde los lleve aquel colectivo elegido al azar. Es en ese momento bisagra, en el que Cometierra cae en la cuenta de lo que quería allá donde vayan. Aquello que deseaba con todo su ser en esa nueva vida: "un nombre", dejar de ser invisible para los otros.
Kelo