miércoles, 3 de junio de 2015

Misteriosa Buenos Aires

     "Esto sucedió un 31 de diciembre, aquel 31 de diciembre lluvioso y triste que usted recuerda, hace cinco años, el día de su enojo. Comenzó a las diez de la noche. A esa hora había resuelto yo regresar a mi casa, en Belgrano, para festejar el fin y el principio del año con amigos. Había comprado varias cosas y los paquetes me agobiaban. Sólo cuando mi ingenuidad se lanzó a buscar un taxi, me percaté de lo fútil de la cacería. Vanamente caminé desde la plaza San Martín hasta Libertad, por Santa Fe, rastreando un vehículo". De esta manera Manuel Mujica Lainez, "Manucho", da inicio a uno de los cuentos que nos convocaron esta vez: El pasajero.

     Nosotros fuimos hacia allá, hacia la avenida Santa Fe, donde el protagonista del cuento corrió bajo la lluvia en ese fin de año, de vaya a saber qué año, hasta toparse con "un grupo pequeño, junto a un poste de colectivos".

     Resultó ser un encuentro especial por varias razones: Pol y Nacho, 2 de los bastiones de esta cofradía, no pudieron acudir por secuelas de extremo cansancio el primero y por razones paternales el segundo; sería la última vez -hasta que retorne a estos pagos- de Sandra, nuestra compañera del norte de España, con quien tuvimos el gusto de compartir las últimas 3 juntadas; y tercero, sería la primera vez -y esperemos que no la última- de Bety, quien viene a procurar que persista la opinión femenina en el grupo.

     La esquina de Santa Fe y Callao fue el punto de encuentro y nos metimos en un hermoso teatro, devenido en librería, por razones que seguramente tienen que ver con la plata y el mercado. Al fondo nos acomodamos en una mesa y pedimos cafeína líquida.



                         Esquina de Santa Fe y Callao




          Actual librería Ateneo, ex teatro Grand Splendid

     Iniciamos la discusión por Misteriosa Buenos Aires, año 1536, es allí cuando se funda por primera vez la ciudad de la furia, a cargo de don Pedro de Mendoza, y como parte del Virreinato del Perú. "El hambre" discurre a través de esta época.


     Dani obtuvo como moraleja de este primer cuento, que "todos somos iguales ante la muerte". No importa quiénes tienen más y quiénes menos. Esta idea se aprecia en el siguiente pasaje: "Baitos se disimula detrás de una barrica. Le irrita observar que ni aun en estos momentos en que la muerte asedia a todos han perdido nada de su empaque y de su orgullo. Por lo menos lo cree él así. Y tomándose de la cuba para no caer, pues ya no le restan casi fuerzas, comprueba que el caballero de San Juan luce todavía su roja cota de armas, con la cruz blanca de ocho puntas abierta como una flor en el lado izquierdo, y que el italiano lleva sobre la armadura la enorme capa de pieles de nutria que le envanece tanto". Dicha capa de pieles produciría la confusión que llevaría a la muerte al "pobre hermano" de Baitos.

     En el párrafo citado, se hace evidente la puja entre los nobles y la plebe, entre los que mandan y los que no les queda otra que obedecer. Sobre este tema Selmo acota basándose en su experiencia de marino mercante: "Los subordinados siempre van a sentir rencor, tirria, hacia sus jefes".


     ¡Por fin una voz femenina se hace sentir! Es Bety quien percibe a Buenos Aires, de acuerdo al cuento, como un lugar maldito. Y encuentra palabras en el texto escandalosamente descriptivas e irremplazables, que crean la atmósfera que nos presenta Mujica Lainez, tales como "hedor", "hincar".

     Dani vuelve a interceder, comparando la tragedia argentina con la griega: "Edipo mató a su padre y se acostó con su madre, mientras que el protagonista de "El hambre" se comió a su hermano. Y no hubo oráculo que le avise".


     La alegría brasilera apareció, a través de Wagner, para ponerle paños fríos al tema: "Algo de humanidad le quedaba al protagonista. Cuando se dio cuenta que el brazo que había mordido era el del hermano, salió corriendo hacia los indios".

     En conclusión, la sociedad actual es producto del canibalismo del siglo XVI, y lo primordial continúa siendo la preservación de la existencia como sea.


                      Primera fundación de Buenos Aires

     El segundo cuento -El hombrecito del azulejo- también tiene que ver con la muerte, pero la de un niño, y cómo evitarla. Así que a todos los pediatras presentes -Bety, Sandra y Dani- nos tocó fibras íntimas, nos hizo recordar historias de nuestros pacientes y replantearnos el quehacer cotidiano hospitalario.


     Selmo lanzó la primera piedra: "la Muerte del cuento es una empleada, que está cumpliendo una tarea concreta y sabe que a tal hora, debe llevarse al niño. Por eso mira el reloj constantemente. Está ansiosa por cumplir con su jornada laboral e irse a su casa a descansar". Al resto nos pareció los mismo que a Selmo: es una muerte obrera, tierna, de San Miguel, es decir, de estrato bajo. De todas las muertes, la más explotada.

     "A veces un niño está muy grave, se hace todo lo humanamente posible para salvarlo: se lo pincha por todos lados, se le coloca un respirador artificial, se combate la fiebre con miles de antibióticos y cuando ya no queda más nada por hacer, empieza a mejorar de a poquito. Y uno no entiende, si fue algo de lo que hizo, Dios, la energía, la física cuántica o simplemente que ese niño tenía que vivir,  era su destino. ¿Destino u hombrecito del azulejo? -reflexionó Dani.

     La tremenda reacción de la Muerte de San Miguel en el final, cuando despedaza al hombrecito del azulejo nos muestra que "a la muerte se la puede burlar, pero no ganar". Wilde y Pirovano se llevaron los laureles, inmerecidos.


     Ignacio Pirovano, realizó la primera laparotomía del país




 Eduardo Wilde, se destacó en la lucha contra la fiebre amarilla en 1871

     Retornando al Pasajero, último cuento que pusimos sobre el tapete, algunos de los presentes atinaron a decir que ''el viaje en colectivo es el viaje de la vida''. Selmo refutó lo anterior argumentando que ''no hay por qué buscar simbolismos, es un cuento fantástico y punto''. Al toque fue Wagner el que metió un chascarrillo, ''el trafico de Buenos Aires, te hace envejecer''.

            ¿Será éste el colectivo del cuento de Manucho?

     El hecho de que el protagonista del cuento fuera el único que estaba viendo al rubio pasajero envejecer, hizo que se transformara en un ser excéntrico, en un "inadaptado social". La muchedumbre del bus comenzó a mirarlo mal. Él intentó aliarse con otro pasajero que llevaba el mismo sombrero, lo cual -el protagonista pensó- los hermanaba. Pero no obtuvo una respuesta positiva. 
     
     Hablando de lo divertido que es salirse de lo "socialmente establecido" se fue diluyendo este noveno encuentro de Mayo sobre la avenida Santa Fe. Algunos decidieron retornar a sus hogares, otros se quedaron caminandola, en busca de libros, ropa, o vaya a saber qué.