sábado, 7 de septiembre de 2019

Cometierra

     Nos dirigimos a Villa Raffo, noroeste del conurbano bonaerense, apenitas cruzando la general Paz. Allí nos recibieron Nan, Nacho y sus preciosos hijos Valen y Maxi en su depto.

     Estamos hablando del partido 3 de Febrero, fecha en la cual se libró la batalla de Caseros en 1852, cuando la grieta no era entre kirchneristas y macristas, sino entre federales y unitarios. Precisamente Caseros es la ciudad cabecera del partido y allí vive la autora de la novela que elegimos: "Cometierra". 

     Las referencias al barrio que aparecen en la novela son la Fericrazy y La Mega sobre ruta 8 y al final nombra la localidad de Pablo Podestá. Tati recordó sus paseos de niña por las ferias nombradas, así arrancó nomás la charla, con recuerdos de infancia alemana. Nan nombró la bailanta "Rescate", a la que tal vez le hubiese gustado ir, pero nunca se animó.


     Una de las más académicas de los presentes, y no por ser de Racing, sino por su transcurrir a través de la literatura desde sus años facultativos, la querida Pepa, elogió la novela toda, pero destacó la forma en que está escrita, en "la lengua" de los personajes. Tati apoyó esta opinión, llamándola "escritura visceral". La que habla no es la autora, sino sus personajes, y a nosotros nos llega en forma directa, desde los barrios humildes del conurbano, desde la marginalidad, los "dejados de lado", los "nadies" sobre los que escribe Galeano.

     Tati agregó que Cometierra vive en un "mundo masculino": la madre muere por causa violenta en manos del padre, un femicidio sin condena que deja a Cometierra y su hermano al cuidado de una tía para nada cariñosa; la tía los abandona y quedan huérfanos; y a Ana, su maestra más querida, la violan y asesinan en un galpón. Se obtura de esta forma el universo femenino.

     La mujer que adquiere un papel determinante, en ausencia de otras, es la "madre tierra", pachamama, de la cual se nutre la protagonista. Esta otra madre le da un don, el de ver más allá, el de saber lo que verdaderamente pasó con un hecho trágico, pero siempre que se trate de una víctima mujer, violentada por el patriarcado.

     La novela posee frases impactantes, conmovedoras, poéticas, que hacen que el lector se vea obligado a detenerse y respirar hondo:
     "Las lágrimas me lloraban solas".
     "Nunca más mamá y yo". 

     Las maternidades es un tema central:
     "- Yo quería también quedar embarazada alguna vez. Tener una nena. Una piba así, como ustedes.
     Me miró, le esquivé los ojos.
     - Yo ni loca. Desaparecen - dije y me llené rápido la boca de pipas".

     La actual es una época de ausencia de padres. Crecer sin cariño, sin límites, sin seguridad es una montaña casi imposible de escalar. Las madres son asesinadas, los hombres padres se matan entre sí en riñas, disputándose la masculinidad. A veces los padres se separan, forman otras familias y deciden dejar a los "hijos del matrimonio roto" con una abuela o tía. En otros casos ambos, papás y mamás, se la pasan trabajando para llegar a fin de mes en este sistema capitalista perverso, y apenas ven a sus hijos 1 horita a la noche.


     De la mano de la "falta de padres", viene "la soledad", punto álgido que atraviesa la novela, como atinadamente marcó Nacho. Cometierra se recluye en su casa, con sus plantas y botellas, con la música como compañera. Ésta casa parecía tener vida:

         "Yo me colgué mirando las plantas. Como ni el Walter ni yo nos habíamos estado ocupando del jardín, la pasionaria daba la impresión de que iba a comerse la casa. La mayoría de las flores ya se habían abierto. Quedaban algunas bochas naranjas. Más allá de las ramas mi barrio se movía como cuando empieza a anochecer, y no me molestó imaginar que si un día Ezequiel, mi hermano y yo nos íbamos a la mierda, la pasionaria iba a tragarse nuestro rancho entero como una planta carnívora.
     Una casa también podía morir".

     En la vorágine de la discusión, Tati nombró un personaje que aparece todo el tiempo en el desarrollo de la novela. El resto de los allí reunidos no nos habíamos percatado de su condición de personaje, pero sí lo es y para nada secundario, todo lo contrario, tiene un rol destacado, espumoso y rico: la cerveza.

     La cerveza es tomada en exceso, sin distinción de edad y sexo. Y también acompaña a Cometierra en su soledad y la de tantos jóvenes.

     Llegando al final del encuentro y del libro, coincidiendo con el atardecer en Villa Raffo, Guille dijo haberse acordado de Stephen King al leer la novela, por cómo la autora deja abierta la historia a diferentes interpretaciones.

     A lo último se relata la huida del barrio de Cometierra junto a Walter y Miseria, es el inicio de una nueva etapa lejos, adonde los lleve aquel colectivo elegido al azar. Es en ese momento bisagra, en el que Cometierra cae en la cuenta de lo que quería allá donde vayan. Aquello que deseaba con todo su ser en esa nueva vida: "un nombre", dejar de ser invisible para los otros.


Kelo

sábado, 22 de junio de 2019

Nunca corrí siempre cobré

     Nos reunimos en Parque Chacabuco para hablar de Isidro Casanova. ¿Qué une estos dos mundos? La hospitalidad de Mer y la obra de Leo Oyola.

     Mer no puso solamente la casa, sino también el peceto, magistralmente preparado, su especialidad. Pepa se esmeró con la picada y Guille colaboró yendo y viniendo con compoteras, vasos y botellas. El resto, 4 varones vagos y patriarcales, no movieron un dedo, pero sí masticaron y bebieron de lo lindo. Me refiero al catedrático Pol, el pacífico Fer, el anarco - sensible de Villa Raffo Nacho y quien escribe Dani Bon Jovi. La freudiana Analía tuvo un lapsus y llegó tarde.


     Lo primero que se dijo de "Nunca corrí siempre cobré", esta serie de cuentos autobiográficos, es que el autor hace referencia a series de televisión y películas con frecuencia. La televisión cumple un rol importante en barrios inseguros, mal que les pese a los puristas de las letras, porque no se puede salir a la calle cuando se va el sol.

     También nombra canciones y músicos, todos anglo parlantes. Analía comenta: "aunque el padre es tucumano y la madre paraguaya, él está atravesado por la música y el cine de Estados Unidos". Tal vez se relacione con que en los años 90, época neoliberal del caudillo riojano, se miraba hacia fuera, hacia el extranjero, y se valoraba poco lo producido en el país.

     Lo divertido es que asocia el "western", el Lejano Oeste estadounidense cinematográfico, con nuestro oeste de la provincia de Buenos Aires, La Matanza, no menos peligroso y con sus pistoleros autóctonos. No es casualidad que el boliche más conocido de Isidro Casanova se llame Jesse James, nombre de un forajido yanqui, miembro de una banda de malechores, con fama de Robin Hood. El Yesi, como le dicen en el barrio.


     En la misma línea de análisis, Pol acotó:"la cultura que uno absorbe desde niño, no proviene solamente del núcleo familiar y de la escuela, sino también de la televisión". Leo Oyola recuerda instantes de su vida, conectándolos con series de TV y canciones.

     El vínculo con la "caja boba" va más allá opina Pol: "¿quién no se enamoró de la mujer maravilla? ¿O se calentó con la Deborah del Corral televisiva del Rayo?" El autor llama Lisa Hayes de Los Pinos a la joven con la cual se engancha.

     Otro tema que surge del libro es el de "género". ¿Se puede ser de Isidro Casanova y escuchar Bon Jovi?
     "No, el forajido no te hacés. Forajido se nace. Y vos sos del barrio Los Pinos. Sos criado en La Matanza. En el oeste. Hincha de Brown y habitué del Yesi. Sos de los que patearon rocanrol en el Jesse James. Vos sos forajido. Vos sos de Casanova, carajo.
     Y te gusta Bon Jovi, puto".


     Estar viajando en el tren y que suene un rington romántico, pone en riesgo tu vida. Porque la masculinidad pasa por ser recio, insensible y bancar la parada. Dicho de otra forma, macho es el que "no corre", se queda a pelear aunque pierda, aunque se ligue flor de paliza y termine en el hospital. Por eso se usaban botas tejanas: "porque aquel que se las calza no corre: se para, hace frente".

     Uno de los cuentos que más gustó, fue "Casi sábado por la noche". La frase que hace avanzar este relato es: "Pero qué hijo de puta es tu abuelo". Se repite como un estribillo a lo largo del mismo proveniente de diferentes interlocutores. El narrador, nieto de don Ubil, se propone descubrir porqué hablan así de su abuelo.

     También fue destacado "La más linda del baile", el cuento del Kurepíguayo:
     " La canción termina.
     Galante le besa a ella la mano izquierda.
     Y recién entonces... Le ve el anillo de oro.
     La alianza. En el dedo que debe estar.
     La reputa madre que los reparió a todos".

     Fer nos aclara: "en Paraguay nos dicen (a los argentinos) kurepas, porque en la guerra de la Triple Alianza, los soldados argentinos utilizaban botas y tapados de piel de chancho (kurepa en guaraní).

     Todos los presentes coincidimos en que este escritor sobresale por sus finales:
     "Decime que... Si con ella tienen la posibilidad de volverse a ver alguna vez... Ya sea en el Paraíso que se nos prometió o vaya a saber dónde... Decime si no le vas a sonreir como Travolta en el final del video de esa canción. Con esa misma cara y todo. Y eso que no tenés el comedor completo. Decime si no la vas a volver a sacar a bailar cualquier canción.
     Porque sabés muy bien que esta noche, por más nubes que haya, hay una estrella que es la que más brilla.
     Y que falta una copa en la mesa.
     Y que sobra un alma en el cielo".


     Llegó el momento del café, la pastafrola, y los bombones griegos. ¡Flor de velada! Luego la vuelta con la panza llena. Cada uno a su lugar lejano, a su far west.
     "... el far west para vos siempre va a ser la ele que forma el camino que recorrías una y otra vez de Casanova a Morón. Y de ahí, y en el Sarmiento, todas las estaciones hasta Moreno.  En cada una de esas ciudades, en cada uno de esos pueblos del Oeste, tenés por lo menos una anécdota. Sí, sí. No te hagas el otro. Porque cuando evocás, a la hora de escribir, tus historias siempre fueron gestadas allá. Así no recuerdes bien la noche o siesta en la que empezó el coqueteo con lo que vas a contar. Así te hayas olvidado la verdadera razón por la que arrancó el tiroteo".



Kelo

     
      

    

   

   

sábado, 16 de marzo de 2019

Distancia de rescate

     Largó el 2019 en Santa María, una pizzería de antaño con reconocida fama, en el funebrero barrio de Chacarita. Los 7 locos fueron llevados hacia allí por la tenebrosa y burguesa Samanta (Schweblin) y su "Distancia de rescate".

     Los 7 locos formaron con: Nacho en el arco; línea de 4, Pepa, Guille, Analía y Alicia; en la mitad de cancha 2 feministas, Tati y Rosi de doble 5, Fer por la derecha y José -la nueva incorporación- por la izquierda; en la delantera los mellizos Pol y Dani y el goleador del sindicato Timo. Es decir, jugamos con 12. El equipo no contó con dos de sus figuras: la croata Coslovich Ana María y Mer...

     En la pizzería no se podía dialogar por el bullicio -nota mental: ¡mal elegido el lugar!- y encima la mesa larga no ayuda. Así que decidimos dejar la discusión del libro para el cementerio, seguramente allí nadie nos iba a molestar. Guille corazón de melón regaló a cada uno de los presentes "A barlovento", su libro de poemas, que será puesto sobre el tapete en abril.


     Ya en el cementerio nos sentamos en ronda. El cielo estaba gris, parecía que iba a llover. Nosotros teníamos pinta de secta satánica a punto de suicidarnos en conjunto. A Pol se le reflejaba el miedo en sus facciones. Trató de disimularlo con frases lindas bien construidas de filósofo.

     El primero en hablar fue Dani -me gusta referirme a mí mismo en 3ra persona, como si fuera el Diego o Chilavert-. Comparó a Samanta con el Muñeco Gallardo: la primera está un poquín sobrevalorada por los Señores de las Letras y el muñeco sobrevalorado a su vez, pero por el periodismo deportivo. El pediatra destacó el concepto de "distancia de rescate", que todos los padres y madres utilizan. Dice Amanda: "(...) así llamo a esa distancia variable que me separa de mi hija y me paso la mitad del día calculándola, aunque siempre arriesgo más de lo que debería". Y la describe como "el hilo invisible que las une". ¿Una especie de cordón umbilical?

     Pol aterrado reaccionó ante el significado de la distancia de rescate: "Atar al hijo también implica que se ata el papá y la mamá".

     Lo sorprendente es cómo Samanta escritora, logra meterse en la mente de una madre -en este caso Amanda- y describir tan minuciosamente esa angustia desbordante que la envuelve ante la posibilidad de que a su hija le pase algo malo.


     El hilo sisal de la conversa derivó hacia el controvertido tema de la paternidad / maternidad. ¿Qué es ser un buen padre / madre? ¡Las freudianas abstenerse! ¿Lo importante es el tiempo con los hijos, la calidad de ese tiempo o ambas?

     Pol se refirió al Che Guevara como un mal padre, porque tuvo 5 hijos que descuidó por hacer la revolución. Timo en cambio opinó que el Che fue un mal revolucionario. El resto salimos a defenderlo al rosarino. ¡Te jugás la vida por una causa justa y mirá cómo terminan hablando de vos!

     Otro de los puntos que se tocaron fue el de los "agrotóxicos". Cómo las multinacionales (Monsanto) envenenan pueblos enteros y los gobiernos de turno no se enteran, o hacen "como que" no sabían.

     El pueblo que se describe en la novela, sojero, agreste, sin hospitales cerca, tenía un grupo numeroso de niños -entre los que estaba David- con deformidades, que solamente salían de noche y luego volvían a la salita.

     Tati, que está enamorada de Sarmiento -a esta altura dicha afirmación es indiscutible- habló de la dicotomía campo / ciudad: en el campo sigue estando para algunos en pleno siglo XXI lo oscuro, tóxico, atrasado, bárbaro.

     Pol en honor a su madre, la bolchevique Ani, argumentó, en esta discusión acerca de los agrotóxicos, que lo ecológico es anti - capitalista, porque implica producir menos -ya que los bichos te comen un poco la cosecha sin insecticidas-, consumir menos y estar más en sintonía con lo que la naturaleza te ofrece. ¡Polcito hippie!


     ¿Y el lugar de la medicina en la novela? La medicina aparentemente no llega a ese pueblo donde vive Carla con su hijo David y veranean Amanda con Nina. Falla lo que nombramos como "accesibilidad" al sistema de salud.

    Ante el envenenamiento de David, Carla recurre a la casa verde, donde está la curandera del pueblo, quien lleva a cabo la "transmigración" del alma de David, para que no muera. David no vuelve a ser el mismo y esto Carla lo nota desde el primer momento.

          Ante la desesperación, los seres humanos recurrimos adonde podemos. Se habló de la creciente influencia de los evangelistas en la Argentina y el mundo y cómo está avanzando esta religión. Se nombró el enorme templo sobre la avenida Corrientes y Medrano, custodiado por una cantidad inusitada de patovas trajeados.

     Pol esta vez fue claro: "estamos viviendo una vida de mierda, por eso cada vez más la gente recurre a la iglesia evangélica". Para "parar de sufrir".

     Las protagonistas de la novela son mujeres y madres. Los padres están ausentes. Aparecen recién sobre el final. La curandera del pueblo también es mujer. Es una novela femenina.

     También se desprende de la novela la ausencia de una autoridad, del Estado. Algo tan actual, que se vive en el país desde que asumió Mauricio. Como no hay Estado, el pueblo de la novela está a merced de una multinacional símil Monsanto, que le da trabajo a los habitantes pero a su vez envenena a sus hijos. Y cuando las madres desesperadas buscan atención médica, la ausencia del Estado se evidencia a través de la ausencia de hospitales.


     A eso de las 5 y media de la tarde, emprendimos la retirada. Ya estaban cerrando las puertas del cementerio y no nos queríamos quedar adentro. Tati y Guille se pusieron a hablar en inglés con unos gringos y les regalaron libros. Rosi y Pepa se habían ido antes por misteriosas razones.

    Sentí el hilo que se tensaba en mi estómago... Era la hora de regresar.